Introducción
La intención paradójica es uno de los métodos más rápidos, más poderosos y
menos comprendidos para cambiar la conducta. Mediante una serie de instrucciones
que llamamos “paradójicas” se han conseguido éxitos significativos en trastornos
concretos como pueden ser la dificultad para dormir, el morderse las uñas y el
tartamudeo (disfemia) entre otros.
Los principios teóricos se basan
originalmente en las técnicas de la Terapia Breve del psiquiatra Milton
H. Erickson y la logoterapia de Victor Frankl.
La denominación de
“paradójica” no es gratuita sino que delata la auténtica naturaleza del sistema.
Se trata de pedirle al paciente que haga precisamente lo que es objeto de
malestar psicológico. Si una persona no puede dormir le pediremos que deje de
hacerlo durante un tiempo o unas horas determinadas. Si un niño se muerde las
uñas le exigiremos que lo haga durante más tiempo o durante intervalos más
largos. Si un joven tartamudea y eso le crea gran ansiedad, le obligaremos a que
tartamudee con mayor frecuencia y durante más tiempo de forma voluntaria.
Son procedimientos construidos para sorprender. Son contrarios a las
expectativas de los pacientes sobre su visión de la naturaleza de la función de
la terapia.
La técnica parece de entrada irresponsable y contraria al
sentido común. No se entiende como potenciando lo que se intenta erradicar se va
a solucionar el problema. Esta es la gran paradoja de la técnica que a
continuación exponemos.
¿Cómo funciona?:
La eficacia de la Intención Paradójica se basa en el principio fundamental de
que los pacientes intenten llevar a cabo la conducta que están evitando. De esta
manera, el proceso circular, que se mantiene a sí mismo, se rompe, puesto que el
intentar realizar la conducta no deseada es incompatible con la ansiedad
anticipatoria y, por tanto, la neutraliza.
Imaginemos una persona que
sufre insomnio. Se acuesta puntualmente pero no logra conciliar el sueño hasta
una determinada hora de la madrugada. Ello le comporta problemas para
despertarse por la mañana. Además, cada día, al acercarse la hora de ir a
dormir, manifiesta mucha ansiedad ya que anticipa su fracaso en el intento de
dormir. Pues bien, la técnica consiste precisamente en pedirle, como parte del
tratamiento, que no trate de dormirse hasta más tarde de lo que lo hace (las
horas deben concretarse según las circunstancias). ¿Qué conseguimos con ello? De
entrada situamos el origen del problema en una causa externa al paciente
(ahora ya no duerme debido a que no logra conciliar el sueño, sino porque así
se le ha exigido). El primer efecto es disipar la ansiedad de anticipación
con lo cual es muy probable que el resultado sea la aparición del sueño antes de
lo esperado.
En el caso de las disfemias (tartamudeos) al permitir e
incitar a que el niño tartamudee voluntariamente, durante un tiempo controlado,
puede tener también unas consecuencias reductoras de la ansiedad y producirse
una mejora.
Otro ámbito de aplicación puede ser en el de la cama mojada
(enuresis). ¿Qué sucedería si le diéramos permiso o le pidiéramos a un niño que
se hiciera pipi cada día durante un tiempo? Probablemente si ese problema va
asociado a unos altos niveles de ansiedad por parte del niño, el sentirse
liberado del mismo podría significar una mejora.
No estamos afirmando que
esta sea una técnica milagrosa sino que tiene una gran capacidad terapéutica si
se sabe utilizar con creatividad y en combinación con otras técnicas mas
usuales. Evidentemente tiene sus límites. El principal es que su mayor eficacia
está condicionada a que junto con el problema que queremos tratar se de un
cierto nivel de ansiedad en la persona o niño. Como se ha expuesto la técnica
incide directamente sobre las propias cogniciones al invertir los roles.
Otra limitación importante es que debe utilizarse con preferencia en
aquellos casos en que las técnicas convencionales han resultado inútiles. Por
ejemplo, en un caso de insomnio, donde se ha podido utilizar un entrenamiento en
relajación con mal resultado, podría ser un buen candidato a la intención
paradójica. Ahora no hablaríamos de intentar dormirse relajándose
progresivamente sino preparar la habitación con la intención de mantenerse el
máximo tiempo despierto posible. En concreto, los máximos beneficios se
lograrán en aquel tipo de paciente que experimente “esfuerzos para dormir” y que
padecen una ansiedad considerable sobre las consecuencias negativas de la
perdida de sueño.
En general, pues, podemos afirmar que la técnica
funcionará mejor con personas con preponderancia de síntomas cognitivos
que no con aquellos en los que predominen los conductuales.
No está muy documentada su utilización en niños por lo que debemos ser muy
prudentes al respecto.
Se han apuntado ya intervenciones concretas en el
caso de las disfemias, enuresis, morderse las uñas, etc. En el caso de niños
mayores hay alguna referencia a tratamientos de fobias específicas en donde los
principios de intervención coinciden o se complementan con las denominadas
técnicas de inundación.
Sabemos de las peculiaridades y limitaciones de
la intervención psicológica con población infantil y juvenil. Las técnicas
paradójicas, dentro de este contexto, pueden aportarnos en casos y momentos
concretos soluciones ingeniosas para problemas puntuales. No se trata tanto de
una aplicación estándar de la técnica sino de aprovechar sus principios como una
herramienta más dentro del cajón de sastre que constituyen todas las técnicas de
intervención, en especial, cuando las habituales resultan ineficaces.
Con
frecuencia nos encontramos con conductas disruptivas de menores que obedecen a
la necesidad de comunicar algo o efectuar una demanda. A veces es la costumbre
que ha impuesto un repetido quehacer diario que aunque desadaptado y no deseado
se mantiene en un circulo vicioso difícil de romper. En otras ocasiones la
situación o el contexto no nos permite actuar de la forma convencional y
necesitamos de la creatividad. Es en todos estos casos cuando la intervención
paradójica adaptada puede aportarnos alguna salida.
A continuación se
exponen algunos casos en los que se podría valorar la inclusión de estas
técnicas. Sin embargo, se insiste en la necesidad de entenderlas como un
instrumento complementario y dentro de un marco terapéutico más amplio (vamos a
tratar básicamente síntomas). Por lo tanto, en población infantil, lo
entenderemos como intervenciones puntuales cuando las necesidades de la
situación lo requieran y técnicas más convencionales no acaban de
funcionar.
Además deberá valorarse la edad del niño, su nivel cognitivo y
las posibles consecuencias negativas de su aplicación a la que más adelante nos
referiremos.
Ejemplos prácticos:
Veamos algunos ejemplos prácticos susceptibles de la aplicación de la técnica:
Ejemplo 1:
Supongamos que J. es un niño de 9 años con buen
nivel intelectual pero con muchas limitaciones en su funcionamiento social
debido a que presenta obsesiones recurrentes acerca de lo bien o mal que realiza
sus actividades. De forma repetitiva necesita de la aprobación constante del
adulto y si no la obtiene o considera que ésta no ha sido suficientemente clara
le crea un gran desasosiego y ansiedad. Aquí la intervención iría encaminada a
pedirle al niño que ejecute mal deliberadamente alguna actividad, a que deje de
ser por un momento perfeccionista. En definitiva, a que se enfrentara con sus
temores de una forma controlada y que aprendiera que no se producen las temidas
consecuencias catastróficas.
Ejemplo 2:
P. es una niña con 7
años de edad. Su nivel intelectual es normal pero ha aceptado muy mal la
separación de sus padres. Su rendimiento escolar ha bajado mucho hasta el punto
que su profesora está muy preocupada. Han aparecido ciertos comportamientos
disruptivos y autolesivos que antes no estaban presentes en el repertorio de la
niña. Actualmente sigue un tratamiento cognitivo-conductual, pero una de las
conductas que más preocupa a sus padres, es la de morderse los dedos o uñas de
la mano hasta el punto de provocarse erosiones. Es evidente que la intervención
psicológica se está produciendo a diferentes niveles, sin embargo, en la
conducta concreta de morderse las uñas (si no hay avances) podemos intentar una
solución drástica con la intención paradójica.
En una situación
controlada, vamos a pedirle que no deje de morderse los dedos (siempre vigilando
la intensidad de la misma y en el caso de que no haya contraindicación médica o
lesiones en la zona afectada) durante períodos cada vez más largos. Se le
recriminará si deja de hacerlo antes del tiempo previsto. El acto deja de
convertirse en voluntario, pierde su capacidad de llamar la atención y se vuelve
desagradable. Es posible que su frecuencia disminuya después del tratamiento si
se han seguido los tiempos y las formas adecuadas.
Ejemplo
3:
F. Es un niño de 8 años. Presenta enuresis primaria y no parece haber
factores orgánicos o ambientales que justifiquen el mantenimiento del problema.
El niño es muy responsable y lo vive con mucha angustia. Teme especialmente que
sus compañeros se enteren y se rían de él. Además las colonias están cerca y su
nivel de ansiedad ha aumentado anticipando las posibles consecuencias. El
tratamiento habitual no está resultando eficaz y dado el alto componente de
ansiedad asociado parece un buen candidato a la intención paradójica. Como parte
del tratamiento vamos a darle permiso para que se haga pipi en la cama durante
un tiempo (los padres deberán tomar las precauciones pertinentes). Es más, vamos
a insistirle que creemos que para poder ayudarle seria importante que se le
escapara alguna noche. De lo que se trata no es de que voluntariamente lo haga
en la cama (en caso que se despertara con la necesidad de ir al servicio así
debería hacerlo) sino que si se le escapa no tan sólo no pasa nada sino que es
un señal que estamos avanzando en la solución.
En la base de esta
paradoja está la intención de descargar emocionalmente al niño de la
culpabilidad de hacerse pipi en la cama. La ansiedad anticipatoria en esos días
no tiene razón de existir. En estas circunstancias es muy posible que el niño
disminuya los episodios de cama mojada y que afronte con mayor éxito
posteriormente el tratamiento convencional.
Conclusiones y limitaciones de la técnica
Conclusiones y limitaciones de la técnica
- 1- La técnica está orientada principalmente a atenuar síntomas. Debe, pues, utilizarse básicamente como una herramienta complementaria dentro del marco general del tratamiento.
- 2- Es especialmente útil cuando hay un componente de ansiedad anticipatoria asociado ya que la ataca directamente. En niños debe utilizarse con prudencia ya que mal empleada podría comportar un aumento de las conductas no deseadas al fomentar directamente la que queremos eliminar.
- 3- Debe valorarse a fondo las peculiaridades de cada niño antes de utilizarlas.
- 4- Su uso está más justificado cuando las técnicas convencionales no acaban de funcionar.
- 5- No tenemos actualmente estudios rigurosos que nos orienten en cuanto a su eficacia, ámbito de aplicación y otros aspectos sobre las diferentes variantes de su uso en niños.
- 6- A pesar de estas limitaciones, creo que la intención paradójica resulta especialmente interesante, dado que el niño lo vive de forma novedosa, contrario a sus expectativas, pero a la vez puede motivarle mucho hacia la solución de problema.
- 7- Estas técnicas sólo pueden ser utilizadas bajo la supervisión de profesionales especializados.
http://www.psicodiagnosis.es/areaespecializada/tecnicasdeintervencion/laintencionparadojica/index.php
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