“Dos mujeres se encontraban en su despacho compartido trabajando con sus respectivos ordenadores. A una de las mujeres mientras estaba escribiendo, le empezaron a aparecer mensajes en la pantalla de su ordenador. Mensajes que decían “nunca solucionarás tu problema” “eres una inútil” “la gente te ve mal”. Cuando leyó estos mensajes empezó a creérselos y a angustiarse, a sufrir terriblemente ¡¡¡Parecían tan ciertos!!!
Entonces intentó borrarlos de la pantalla, pero no pudo. Así que continuó trabajando. De vez en cuando, volvían a aparecer pero como ella sabía que no podía eliminarlos, no intentó hacer nada y siguió trabajando. A pesar de los mensajes que a veces aparecían y le hacían sufrir, la mujer disfrutaba y se sentía bien consigo misma porque su trabajo estaba quedando tal y como ella quería.

Pensó que su compañera podía trabajar porque no recibía los mismos mensajes que ella. Así que siguió en su empeño por eliminarlos. Su sufrimiento iba en aumento: cada vez tenía más mensajes negativos, fracasaba en todos sus intentos por eliminarlos y encima no avanzaba en su trabajo. Se quedó encallada en esta situación.”

Si observamos el esquema adoptado por cada una de las mujeres, el patrón que llevan a cabo sería el siguiente:
De manera inconsciente, se puede inferir que cada persona elige como puede actuar ante estos determinados pensamientos a través de mapas mentales, de esquemas conformados por sus experiencias y aprendizajes de la vida. El control de las emociones y los pensamientos es una cualidad que adquiere una importancia relevante, muy apreciada en muchos contextos sociales y profesionales y que observamos como se manifiestan y gestionan en las personas que nos rodean.
Si reflexionamos sobre estas dos situaciones expuestas e intentamos actuar siguiendo el modelo de la primera mujer, quizá las reflexiones que podríamos hacernos serian las siguientes:
¿Qué puedo hacer ante esto?
¿Qué utilidad tiene para mi el control en esta situación?
¿Qué esfuerzo he de realizar para controlarlo?
¿Vale la pena realizar todo este esfuerzo?
¿Qué consecuencias o resultados se derivan de ello?
¿Está orientado a mis objetivos o me estoy dispersando y desviando?

Autor: JC Navarro Marzo-Perpiñán. Psicólogo General Sanitario CV.14060.
Fuente: Wilson, K. G. y Luciano, M. C. (2002). Terapia de Aceptación y Compromiso. Un tratamiento conductual orientado a los valores. Madrid: Pirámide.
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