¿Cómo funciona un cerebro enamorado?. ¿Qué procesos cerebrales intervienen en
el enamoramiento.?
En el enamoramiento, tras el impulso emocional del inicio,
se ponen en marcha los circuitos cerebrales de la confianza
para consolidar el vínculo amoroso, y se silencian específicamente la áreas que
crean distancias, aquellas que se activan en estados depresivos o de tristeza»,
asegura Natalia López-Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular
de la Universidad de Navarra. «Diálogos y
silencios entre las neuronas atan a los enamorados por una doble vía:
atrayéndoles al activar la vía de la recompensa emocional, y superando las
distancias personales al desactivar la desconfianza», explica la experta.
En este proceso la vista, además de la voz o el intelecto, juega un papel
importante: «Ver el rostro de la persona enamorada es importante para despertar
y mantener el enamoramiento, ya que provoca una serie de emociones positivas que
le llevan (a la persona enamorada) a empatizar, conocer los sentimientos e
intenciones y ajustar las respuestas. Mirarse a los ojos hace compartir un mundo
en que ambos se funden», asegura la experta. Y, además, como dice la sabiduría
popular, «el amor es ciego, porque esa emoción oculta los
defectos del otro, acerca el uno al otro y hace desaparecer las distancias
creando confianza».
Gustar y querer. Sin embargo, esta etapa de
obnubilamiento debe dar paso a la claridad del amor, y no todas las culturas lo
experimentan de la misma forma. Este vídeo de la Universidad de Navarra explica
cómo una investigación con voluntarios orientales enamorados ha permitido
confirmar que el «gustar» y el «querer» se procesan de forma separada en el
cerebro. Los orientales, por muy enamorados que estén, sopesan la relación con
más cuidado, y toman en cuenta aspectos negativos más fácilmente que los
occidentales. «Las bases biológicas del enamoramiento son
universales pero las tradiciones, como los matrimonios concertados por
la familia, influyen en la evaluación que el cerebro hace de la recompensa»,
afirma la experta de la Universidad de Navarra.
En cuestión de sexos también hay diferencias. Como
afirma la catedrática «los estudios realizados indican que las mujeres emplean
más la oxitocina,
la hormona de la confianza, que además aumenta su nivel con el contacto físico y
la mirada. Domina en ella la empatía emocional. Por el contrario, -añade-, los
hombres usan más la vasopresina, que potencia la testosterona y facilita una
empatía más racionalizada, y aumenta la detección de estímulos eróticos».
Igualmente, la manera de afrontar los celos es distinta según el género.
López-Moratalla lo resume del siguiente modo: «El cerebro femenino ante una
situación de peligro de la relación muestra el pánico y la inseguridad de ser
desplazada emocionalmente. Sus niveles de oxitocina facilitan una cierta
tolerancia espontánea por la traición sexual. En los varones, en cambio, se
activan las áreas relacionadas con conductas agresivas y sexuales». Y concluye:
«La vasopresina tiene el efecto opuesto a la oxitocina: conecta las áreas del
juicio y la emoción negativa, rompiendo la confianza y fomentando el deseo de
confrontación física. La conducta aparece violenta especialmente si la despierta
la infidelidad
sexual de su pareja».
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