domingo, 26 de julio de 2015

QUÉ ES LA AUTONOMÍA AFECTIVA?

En primer lugar, la autonomía es tomar decisiones sin intervención ajena, ser capaz de analizar lo que creemos que debemos hacer y considerar si de verdad debe hacerse, o si nos estamos engañando, tener conciencia moral, siendo así responsables.

Los componentes de la autonomía son:

1-La voluntad: Seguir los deseos y dejarse llevar por los impulsos y el placer,  no es ejercer la voluntad, es simplemente estar ciegamente dominado, por fuerzas inconscientes desconocidas. La voluntad se consigue encaminándonos con esfuerzo y determinación hacía nuestras metas, objetivos y valores personales, lo que requiere una toma de conciencia con la identidad personal de cada ser humano.

2-La libertad: No es innata, sino un logro de nuestra integración social, respetando la libertad del otro y eligiendo qué hago con mi vida, recursos, energía, dentro de los límites socioculturales de cada momento histórico.

3-La autoestima: Una sabía definición de la autoestima, es la del maestro Luis Cencillo, que decía que la autoestima es “saberse mediocre pero capaz”. Autoestima es conocer cualidades, defectos, fortalezas y vulnerabilidades, aceptando todos nuestros rasgos como propios.

Por otra parte, los afectos son experiencias relacionales, designamos el afecto por la emoción particular que nos producen los encuentros con los demás, motivaciones y experiencias, desde la representación y actualización de modelos operativos internos (conscientes e inconscientes).

A veces, ciertos afectos han podido ser convertidos, desplazados o transformados, por resultar intolerantes o producir dolor, sufrimiento o sencillamente por no estar registrados en el consciente. Esto produce que en el presente muchos de estos afectos reprimidos, anulados o convertidos, se expresen de manera inadecuada, produciendo enfermedades, obsesiones, fobias, miedos, rumiaciones, dudas, angustias y otros problemas emocionales propios, relacionales o físicos, así como elecciones y decisiones inadecuadas y que nos complican la vida, tales como: malas elecciones de pareja, falta de energía e ilusión, fracasos continuos aún estando preparados para el éxito, relaciones tóxicas mantenidas en el tiempo, o el aislamiento por miedo al contacto con los demás, entre otros muchos ejemplos de problemáticas derivadas de la falta de autonomía afectiva.

Tener autonomía afectiva, por tanto, requiere un conocimiento consciente de los afectos, para poderlos  gestionar con éxito, conociendo su procedencia u origen, sosteniendo su impacto, y analizando las consecuencias de determinadas acciones. Así, la persona con autonomía afectiva, será más consciente de sus necesidades y actuará más en su propio beneficio, sin por ello perjudicar a su entorno, (por ejemplo: eligiendo parejas, amistades, trabajos, motivaciones e ilusiones propias acordes con su identidad y deseos personales conscientes).

Muchas veces requerimos de una ayuda profesional, un terapeuta o grupo terapéutico, que nos ayude a comprender, validar y canalizar adecuadamente aquello que desconocemos de nosotros mismos y que siendo elaborado, contribuirá a nuestro bienestar en todos los sentidos. El objetivo terapéutico final será que la persona alcance una autonomía afectiva suficiente para llevar una vida plena y con sentido, de acuerdo a quién es, integrando lo que le ha pasado,  y escogiendo hacía dónde quiere encaminarse en su futuro.


Mª Teresa Miralles Díaz, Psicóloga, máster en psicología clínica y sexología y formación en psicoanálisis.
http://teresa-vidadeunaterapeuta.blogspot.com.es/

Bibliografía: http://www.educacion.navarra.es/documents/27590/51352/AUTONOMIA_Y_RESPONSABILIDAD.pdf

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