Son palabras claves que definen la psicología positiva.
Es viernes, me encuentro a las diez de la mañana sentado y con mi bloc de notas,
en el salón de actos de la Facultad de Psicología de Valencia. Con cierta intriga de
escuchar lo que hasta este momento apenas conocía: la psicología positiva.
Apunto una frase que cita la ponente: “La psicología positiva, es una rama más
de la psicología, con base y estudios validados científicamente pero con una clara
diferencia; no focaliza la atención en la parte de las emociones negativas de la persona
sino el centro de investigación son las cualidades y características positivas humanas,
estudia lo que hace que la vida merezca ser vivida”.
No puedo evitar verme afectado por ciertos prejuicios hacia esta corriente a la
que yo había llegado a “tildar” de tipo espiritual o de una rama de la filosofía
relacionada con la psicología. Pero, ¿de veras es psicología con mayúsculas?, ¿Es
Psicología?
Durante la ilustradora conferencia, voy abriendo los ojos ante esta corriente. Sin
embargo, no puedo dejar de pensar en las modas sociales de mensajes de apoyo, en los
manuales de auto-ayuda, en las técnicas pseudo-científicas de “vudús” y porque no, de
“charlatanes” y embusteros.
Hace poco entré en una librería buscando algún libro de psicología cuando me
topé con un manual de auto-ayuda. Se llamaba “Encuentra tu propia estrella polar”.
Estaba escrito por una psicóloga americana y en el reverso explicaba la unión armónica
que se podía conseguir entre el yo esencial y el yo social para así redescubrir la
verdadera esencia de “uno mismo”, a su lado, un libro espiritual y místico para alcanzar
la plenitud a través de prácticas sin base científica y de resultados obviamente
cuestionables. El “todo va bien” y el “ohmmm” frente a la meditación “laica” y
“psicológica”. Los mensajes de “ánimo” carentes de objetividad y racionalismo, contra
las técnicas psicológicas de regulación emocional a través de los aspectos positivos de
la personalidad.
¿Dónde empieza y dónde acaba esta rama psicológica?, ¿Cómo se ve afectada la
Psicología general por su existencia? ¿De verdad la psicología positiva es una ciencia?
¿Hay estudios validados? Y, ¿sobre qué versan los mismos? ¿Es una moda? ¿Qué futuro
tendrá esta corriente?
Durante el transcurso de la historia de la Psicología, los enfoques y corrientes
han sido orientados hacia el estudio y entendimiento de las patologías y enfermedades
mentales centrándose en la debilidad del ser humano. Esto ha derivado en un marco
teórico de carácter patogénico sesgando considerablemente el estudio de la mente
humana. Digamos que se ha estado focalizando en la parte negativa, contribuyendo a
asumir una visión pesimista de la naturaleza humana (Gilham y Seligman, 1999).
La Psicología ha dedicado la mayor parte de sus esfuerzos a los problemas
humanos y a cómo tratarlos desde la Segunda Guerra Mundial, concretamente la
psicología positiva cuestiona las suposiciones del modelo de enfermedad (Vera, 2006).
Es en este escenario cuando surge la psicología positiva. Los autores tienen
como objetivo la investigación de la relación de las fortalezas y virtudes humanas, así
como los efectos que estas provocan en las vidas de las personas.
También se centran en el aspecto individual; la capacidad de la persona para el
amor y la vocación, las habilidades interpersonales, el talento, la sabiduría, la
motivación y los valores. (Diener, Suh, Lucas y Smith, 1995).
De esta forma, la psicología positiva parte de la premisa de que la
excelencia y la bondad de la persona son tan legítimas como el trastorno, el sufrimiento
y la enfermedad (Park y Peterson, 2009).
Uno de los principales es Martin E. P Seligman, psicólogo y escritor
estadounidense. Es conocido por sus investigaciones sobre la indefensión aprendida y
su relación con el trastorno de depresión. A su vez, ha sido un gran impulsor por sus
aportaciones en el ámbito de la psicología positiva. Para dicho autor la psicología
positiva estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad, además de la
importancia de las fortalezas y virtudes humanas.
La psicología positiva también es una dimensión particular de la felicidad. Un estado en
el que la atención, la motivación y la situación se encuentran, dando como resultado una
armonía productiva o de retroalimentación (Csikszentmihályi, 1999).
Podemos encontrar estudios que demuestran de forma empírica la validez de esta
corriente y que manifiestan que el desarrollo de la misma no sólo no tienen un efecto
positivo, sino que son una forma totalmente válida para la obtención de los resultados
deseados por el terapeuta y paciente de forma satisfactoria (Park y Peterson, 2003).
Pero debemos matizar que la psicología positiva no niega los problemas que
sienten los individuos. Tampoco olvida lo negativo, como las tensiones y las
adversidades, ya que todo en conjunto comprende el significado de vivir bien.
Los estudios experimentales y longitudinales realizados por los positivistas,
señalan que las emociones positivas como la felicidad y la satisfacción general con la
vida, llevan realmente a mayores éxitos en el ámbito académico, social , familiar y
personal afectando a una mayor longevidad y resiliencia (Lyubomirsky, King y Diener,
2005).
Las emociones positivas están relacionadas con la capacidad de recuperación
ante la adversidad. Un impactante estudio con personas que habían experimentado y
vivido el 11 de Septiembre de 2001 así lo demuestra (Fredrickson, Tugade, Waugh y
Larkin, 2003).
Las investigaciones revelan que el optimismo protege contra los efectos
debilitantes de los eventos negativos (Peterson, 2000).
Como podemos observar existe una gran cantidad de artículos dando validez a
dicha corriente, pero también se debe reconocer la existencia de artículos más críticos y
reacios ante esta terapia. Psicólogos, por ejemplo, como Marino Pérez Álvarez, intentan
desmontar la psicología positiva además de utilizar adjetivos calificativos como “magia
simpática” o “felicidad despótica” (Peréz-Alvarez, 2012) o de tildar a los impulsores de
la psicología positiva y a sus seguidores como “ignorantes o manipuladores”
(Fernandez-Rios y Novo, 2012).
Es por ello importante establecer un límite o frontera para saber dónde acaba la
ciencia y comienzan estas peligrosas ramas pseudo-científicas o místicas. Si bien,
actualmente existen autores relevantes de la psicología positiva que no quieren predecir
el futuro de la misma (King, 2003).
Al respecto podríamos citar el film de Woody Allen “Manhattan” donde muestra
la fuerza de las emociones positivas a través de la esperanza. En “Qué bello es vivir”,
las relaciones interpersonales y la comunidad son fundamentales para afrontar las
circunstancias difíciles de la vida. En el film “El sentido de la vida”, los protagonistas
plantean con humor la trascendencia de la vida. “En busca de la felicidad”, en la cual,
el protagonista explica la fuerza del logro de las metas y la búsqueda de la misma. O la
oscarizada “El lado bueno de las cosas” con una ilustradora e impecable demostración
directa de esta corriente.
Así mismo, en la novela “matar a un Ruiseñor” escrita por la estadounidense
Harper Lee, observamos la importancia de la capacidad de compromiso de los
personajes con la justicia, la humanidad y lo valores éticos, experimentando así
bienestar personal.
Con todo esto, quiero recalcar la importancia y el estado en el que nuestra
sociedad ha normalizado, no solamente la Psicología en general, sino el positivismo y la
visión motivacional que ha generado nuestra humanidad.
Esta rama se encuentra en una fase embrionaria de constitución, creación y
aceptación. Además es respaldada por investigaciones validadas y por científicos que
intentan impulsar dicha corriente. Es cierto que su recorrido se inició hace ya algunos
años, pero ¿Cómo se ve afectada la Psicología general por su existencia? En principio
todo aporte a la psicología basada en fundamentos científicos y válidos no debería ser
un problema. Bajo mi punto de vista, todo lo que sea conocimiento y ciencia es siempre
un aporte enriquecedor tanto a la Psicología como al objeto directo y misión principal
de esta, el ser humano. Pero, ¿De verdad la Psicología positiva es una ciencia? Todo
indica que sí, aunque existen artículos rebatiendo estos logros, hemos podido verificar
sus efectos, su demostración empírica y sus sistematicidad en la aplicación nada
desestructurada.
¿En qué ha cambiado mi postura desde antes de realizar este articulo?
En primer
lugar en un plan profesional es una corriente que merece atención, dedicación e
investigación para su crecimiento e implementación en su aplicación. Es una forma
científica, perfectamente válida y eficaz de conseguir los resultados para un paciente
que he podido conocer con cierta “generalidad” y me ha llamado a continuar con esta
labor para poder mejorar mis conocimientos y habilidades como terapeuta en un futuro.
Pero debe quedar muy claro, que al igual que la Psicología clínica, el tratamiento a
través de esta corriente habrá que realizarlo de una manera individualizada y
profesional, pues no todo vale en cualquier caso y a cualquier persona.
Debo añadir que entraña cierto peligro la existencia, como hemos comentado en
la introducción, de determinadas ramas pseudo-cientificas y corrientes llamativas sin
base alguna. Las cuales, aprovechándose de las necesidades de los sujetos y pacientes,
del desconocimiento sobre que es la Psicología en general y la Psicología Positiva en
particular y que es lo verdaderamente científico, pueden perjudicar tanto al paciente
como a la Psicología como Ciencia. Al quedar difuminada esta frontera entre lo
científico y lo pseudo-cientifico por el desconocimiento será necesaria una especial
labor por parte de la comunidad de la Ciencia de la Psicología para dar a conocer la
Psicología Positiva, para divulgar, para evitar las estafas, y sobre todo para que la gente
sea conocedora de la realidad de la misma, tanto psicólogos como el público en general.
Como profesionales de la salud que somos debemos ser cautos y analizar desde la
objetividad cualquier información que se nos plantee. Nuestra finalidad dentro de lo
posible es contribuir honestamente a mejorar la vida de los demás, porque tenemos la
responsabilidad como agentes de ayuda de socorrer a aquellas personas que sufren. Este
concepto debería estar presente continuamente en los psicólogos.
Autor: Enric Valls Roselló. Nº colegiado 12275
Psicólogo especialista en el ámbito clínico y de la salud, y colaborador del Teléfono de la Esperanza de Valencia
Correo: vallspsicologo@gmail.com
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