lunes, 15 de mayo de 2023

El Efecto Reverberador de las Emociones en la Memoria.

La memoria humana es un fenómeno fascinante y complejo, influenciado por una multitud de factores que determinan qué recuerdos conservamos y cómo los almacenamos. A lo largo de nuestras vidas, algunos eventos parecen desvanecerse con el tiempo, mientras que otros se graban en nuestra mente con una nitidez sorprendente. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué hace que ciertos recuerdos sean tan duraderos y detallados, mientras que otros requieren repetición constante para mantenerse vivos?

Una de las respuestas más intrigantes se encuentra en el papel que juegan las emociones en el proceso de la memoria. Las emociones intensas, ya sean positivas o negativas, actúan como un potente catalizador que fortalece y consolida los recuerdos, haciendo que los eventos asociados con ellas se graben de manera más profunda y duradera. 

Cuando experimentamos emociones intensas, ya sean de alegría, tristeza, miedo o amor, estas no solo afectan cómo vivimos el momento, sino que también "reverberan" en nuestra memoria. Este fenómeno actúa como un factor multiplicador que refuerza el recuerdo del evento, permitiendo que se grabe con mayor detalle y persistencia. Al igual que un eco que resuena y se prolonga, las emociones hacen que ciertos recuerdos se repitan mentalmente en fracciones de segundo, como si los reviviéramos una y otra vez. Esta "reverberación" emocional puede explicar por qué recordamos tan vívidamente ciertos eventos, mientras que otros, menos cargados emocionalmente, se desvanecen con el tiempo.

Vamos a explorar cómo las emociones influyen en la memoria, por qué ciertos eventos permanecen intactos a lo largo del tiempo, y cómo estas dinámicas pueden diferir entre personas y entre sexos. Al comprender mejor la conexión entre nuestras emociones y nuestros recuerdos, podemos apreciar más profundamente cómo nuestras experiencias y sentimientos moldean nuestra percepción del pasado. 


Mecanismos de la Memoria Humana

La memoria es un proceso complejo que implica varias fases: codificación, almacenamiento, y recuperación. Aquí es donde entra en juego la diferencia entre la memoria de eventos cotidianos que requieren repetición para ser recordados y aquellos eventos que se graban con facilidad.

Codificación: Es el proceso por el cual la información se transforma en una representación mental que puede ser almacenada. La atención y el significado que le damos a la información influyen en la eficacia de la codificación.

Almacenamiento: Es la retención de la información a lo largo del tiempo. La información almacenada se organiza en redes neuronales.

Recuperación: Es el proceso de acceder y utilizar la información almacenada.


El Rol de las Emociones en la Memoria


Las emociones intensas tienen un impacto significativo en la memoria debido a varios factores:

Activación de la Amígdala: La amígdala es una estructura del cerebro que juega un papel central en el procesamiento de emociones, especialmente las relacionadas con el miedo y el placer. Cuando una persona experimenta una emoción intensa, la amígdala se activa y envía señales a otras partes del cerebro, incluidas aquellas involucradas en la formación de la memoria, como el hipocampo.

Modulación de la Memoria por la Amígdala: La amígdala modula la actividad del hipocampo, lo que fortalece la consolidación de los recuerdos asociados con esas emociones intensas. Esto significa que los recuerdos de eventos que provocan emociones fuertes se almacenan de manera más robusta y duradera.

Liberación de Neurotransmisores: Las emociones intensas también provocan la liberación de neurotransmisores, como la norepinefrina y la dopamina, que aumentan la atención y la codificación de los recuerdos. Esto ayuda a que los eventos emocionales se graben con mayor detalle y que su recuperación sea más fácil y precisa.


Memoria y Repetición: La Potenciación a Largo Plazo (LTP)

Para los recuerdos que requieren repetición para ser consolidados, como el estudio para un examen, el proceso de potenciación a largo plazo (LTP) es clave:

LTP y Aprendizaje: La LTP es un proceso mediante el cual las conexiones sinápticas entre neuronas se fortalecen con la actividad repetida. Cuando estudias o repasas algo varias veces, estás fortaleciendo estas conexiones, lo que facilita la recuperación de la información en el futuro.

Comparación con la Memoria Emocional: Mientras que la LTP requiere repetición para fortalecer la memoria, las emociones intensas pueden actuar como un "catalizador", fortaleciendo las conexiones sinápticas sin necesidad de repetición. Esto explica por qué un evento emocionalmente cargado puede quedar grabado en la memoria de manera tan vívida y duradera.


Sexo y Memoria Emocional

Algunas investigaciones sugieren que las mujeres pueden tener una mayor capacidad para recordar eventos emocionales en comparación con los hombres, lo que podría deberse a diferencias en la actividad cerebral:

Mayor Activación de la Amígdala: Estudios de neuroimagen han mostrado que las mujeres tienden a tener una mayor activación de la amígdala en respuesta a estímulos emocionales. Esto podría hacer que los recuerdos emocionales sean más accesibles y detallados.

Interacción entre la Amígdala y el Hipocampo: Las mujeres también pueden tener una interacción más eficiente entre la amígdala y el hipocampo, lo que facilita la codificación y el almacenamiento de recuerdos asociados con emociones.


El Efecto "Multiplicador" de las Emociones

La descripción de cómo las emociones intensas parecen tener un efecto multiplicador o resonador (reverberador) en la memoria es bastante acertada. Las emociones fuertes pueden:

Aumentar la Repetición Mental: Un evento emocionalmente cargado puede ser repetido mentalmente muchas veces en un corto período (a modo de reverberación), reforzando su codificación y almacenamiento en la memoria.

Creación de Recuerdos Detallados: Este efecto multiplicador puede explicar por qué los recuerdos emocionalmente significativos se almacenan con tantos detalles y permanecen intactos con el tiempo.


Las diferencias en cómo recordamos eventos —ya sea a través de repetición consciente o por la poderosa influencia de las emociones— se basan en los mecanismos neurobiológicos subyacentes de la memoria. Las emociones intensas, especialmente aquellas asociadas con la activación de la amígdala, pueden fortalecer los recuerdos y hacer que ciertos eventos se graben con un nivel de detalle y durabilidad que supera al de los recuerdos formados por repetición. Esta capacidad de las emociones para "multiplicar o reverberar" el impacto en la memoria es un fenómeno fascinante que subraya la conexión intrínseca entre nuestras experiencias emocionales y nuestros recuerdos.


Autor: JC. Navarro Marzo-Perpiñán. Psicólogo General Sanitario CV.14060.


domingo, 2 de abril de 2023

El terapeuta no nace, se hace. Los Cuatro Grandes.

Michael Lambert elabora sobre el trabajo de Frank y propone, sobre la base de lo que indican los estudios empíricos, que los cuatro factores terapéuticos principales para la mejora de los clientes se identifican como: factores extraterapéuticos, factores comunes, expectación o placebo, y técnicas. Veremos estos factores y su peso relativo en el resultado (varianza) con más detalle:

1. Los factores del cliente o factores extraterapéuticos40% de la varianza

Son aquellos aspectos del cliente o circunstancias de la vida del cliente que ayudan en la recuperación, independientemente de su participación formal (o estructurada) en la terapia. Son los puntos fuertes del cliente y los elementos de apoyo en su entorno, hasta ocurrencias fortuitas. De hecho, son lo que el cliente aporta a la consulta y lo que influye en su vida fuera de ella. Incluye la persistencia, la confianza, una abuela cariñosa, participar en una comunidad religiosa, el sentido de responsabilidad personal, un nuevo trabajo, suerte en la lotería, una crisis bien llevada.... Lambert estimó que los factores del cliente/extraterapéuticos explican un 40% de la varianza del resultado.

2. Factores de la relación con el terapeuta30% de la varianza

Coinciden con los que son los “factores comunes” de siempre. Representan un amplio abanico de variables mediados por la relación que se encuentran en terapias de todas las escuelas. Dar importancia, empatía, calor, aceptación, afirmación mutua, animar a tomar riesgos - sólo son unos ejemplos. Se examinaron especialmente las variables aportadas por el terapeuta, las “condiciones esenciales” popularizadas por el humanista Carl Rogers, y se validaron dos de las tres.


3. Placebo, esperanza y expectación15% de la varianza

Lambert encontró que, en parte, la influencia de estos factores deriva del conocimiento que tiene el cliente de que se está tratando, y de una valoración (subconsciente) de la credibilidad de la terapia y sus técnicas. La “expectación” equivale a la condición “d” de Frank, que se refiere a que tanto cliente como terapeuta deben creer en el poder restaurador de los procedimientos o rituales de la terapia (cualquiera).

4. Factores de modelo o técnica15% de la varianza

Según Lambert, este grupo tiene un peso relativamente modesto en el resultado de la terapia. En un sentido reducido, puede considerarse que estos factores representan las convicciones y procedimientos únicos de un tratamiento específico, por ejemplo, la “cuestión milagro” de la terapia breve orientada a soluciones, el uso del genograma en la terapia familiar orientada a Bowen, la hipnosis, la desensibilización sistemática, biofeedback, interpretaciones de transferencia, y sus respectivas premisas teóricas. En un sentido más amplio, abarcan todos los rituales terapéuticos o curativos. Ofrecen una fundamentación organizativa, una explicación teórica de las dificultades del cliente, y establecen estrategias o procedimientos para su resolución. La mayoría prepara al cliente para que tome algún tipo de acción con que ayudarse a sí mismo, y un cambio significativo: desarrollar nuevos entendimientos, sentir emociones diferentes, enfrentarse a temores o cambiar viejos patrones de comportamiento.

En resumen, al final al terapeuta le queda un porcentaje reducido sobre la actuación, ya que del 30% de la varianza sobre los factores de la relación con el terapeuta, solo el 15% quedarían del lado del profesional, por otro lado, tendríamos el 15% de la varianza sobre los factores de modelo o técnica, con los cual podríamos resumir que, al terapeuta solo le quedaría un 30% sobre los factores terapéuticos principales para la mejora de los clientes, el otro 70% pertenecería al cliente.


Autor: JC Navarro Marzo-Perpiñán. Psicólogo General Sanitario CV.14060.

Fuente: Campagne, D. (2014).  El terapeuta no nace, se hace. Therapists are not born but made. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2014; 34 (121), 75-95. doi: 10.4321/S0211-57352014000100005. UNED, Facultad de Psicología, Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos, Madrid, España.

miércoles, 15 de marzo de 2023

Los Ciclos de la Dependencia Emocional

Los Ciclos de Dependencia Emocional, (Psicoeducación).

Entender la Dependencia Emocional.

DefiniciónDependencia emocional: Una necesidad excesiva de afecto y aprobación por parte de la pareja, que puede llevar a la pérdida de identidad y autonomía.

Características:

Inseguridad y miedo al abandono: La persona dependiente teme constantemente que su pareja la abandone.

Necesidad de aprobación: La autoestima del dependiente está ligada a la validación de su pareja.

Sacrificio personal: El dependiente a menudo sacrifica sus propias necesidades y deseos para satisfacer a su pareja.


Identificar los Ciclos de Dependencia

Ciclo de Dependencia:

Inicio de la Relación: La relación comienza con altos niveles de afecto y atención, lo que refuerza la dependencia emocional.

Aumento de la Dependencia: La persona dependiente empieza a centrar su vida alrededor de la pareja, descuidando otras áreas importantes.

Conductas de Sumisión: Para evitar conflictos y el miedo al abandono, el dependiente cede ante las demandas de su pareja, incluso si estas son injustas o dañinas.

Deterioro del Bienestar: La dependencia lleva a una disminución de la autoestima, ansiedad, y en algunos casos, depresión.

Conflictos y Tensión: Las dinámicas de poder y control pueden llevar a conflictos, aumentando la tensión en la relación.

Reafirmación del Ciclo: A pesar de los conflictos, el dependiente se aferra a la relación, reforzando el ciclo de dependencia.


Impacto en el Bienestar:

Autoestima Baja: La persona dependiente pierde confianza en sí misma, ya que su valor personal depende de la aprobación de su pareja.

Aislamiento Social: Puede aislarse de amigos y familiares para centrarse únicamente en la relación.

Ansiedad y Depresión: La constante preocupación por la relación y el miedo al abandono pueden llevar a problemas de salud mental.

Pérdida de Autonomía: La persona deja de tomar decisiones independientes, basándose siempre en la opinión de su pareja.


Estrategias para Romper el Ciclo de Dependencia

Autoconciencia:

Reflexión Personal: Fomentar la reflexión sobre los propios comportamientos y patrones de dependencia.

Identificación de Triggers (disparadores): Ayudar al cliente a identificar situaciones o comportamientos específicos que desencadenan su dependencia emocional.


Fortalecimiento de la Autoestima:

Reconocimiento de Logros: Animar al cliente a reconocer y celebrar sus logros y cualidades personales.

Desarrollo de Habilidades: Fomentar la adquisición de nuevas habilidades y hobbies que refuercen su sentido de competencia y autonomía.


Establecimiento de Límites:

Definición de Límites Personales: Ayudar al cliente a identificar y establecer límites saludables en su relación. Practica escenarios en los que pueda decir "no" o pedir espacio sin sentirse culpable.

Práctica de la Asertividad: Enseñar técnicas de comunicación asertiva para expresar necesidades y deseos de manera respetuosa pero firme.


Red de Apoyo:

Reconexión Social: Animar al cliente a reconectar con amigos y familiares, fortaleciendo su red de apoyo fuera de la relación.

Actividades Grupales: Participar en actividades grupales o comunitarias para desarrollar relaciones saludables y equilibradas.


Fomento de Actividades Gratificantes:

Actividades gratificantes: Anima al cliente a participar en actividades que disfrute y que no estén relacionadas con su pareja.

Fomentar la conexión: Fomenta la reconexión con amigos y familiares, y la búsqueda de nuevas aficiones.


Terapia Individual:

Intervenciones Psicológicas: Continuar con la terapia para abordar problemas subyacentes, como la baja autoestima y la ansiedad.

Proporcionar un espacio seguro: para que el cliente exprese sus sentimientos y preocupaciones ofreciendo apoyo emocional y validando sus experiencias.

Manejo del Estrés: Introducir técnicas de manejo del estrés y mindfulness para mejorar el bienestar emocional.


Ejemplos Prácticos y Ejercicios

Ejercicios de Reflexión:

Diario Personal: Mantener un diario donde el cliente pueda reflexionar sobre sus emociones, decisiones y el impacto de la relación en su bienestar.

Listas de Gratitud: Escribir listas de cosas por las que está agradecido fuera de su relación, para reforzar una perspectiva positiva y autónoma.

Role-Playing:

Simulación de Situaciones: Practicar conversaciones y situaciones en un entorno seguro, donde el cliente pueda ensayar cómo establecer límites y expresar sus necesidades.

Tareas Conductuales:

Desafíos Semanales: Establecer pequeños desafíos semanales para fomentar la independencia, como tomar decisiones sin consultar a la pareja o participar en actividades sociales.

Resumen:

Educar al paciente sobre los ciclos de dependencia emocional y su impacto en el bienestar es un paso crucial para ayudarle a desarrollar una relación más sana y equilibrada. A través de la comprensión, la autoconciencia y el fortalecimiento de habilidades personales, el paciente puede aprender a romper el ciclo de dependencia y construir una vida más autónoma y satisfactoria.



Autor: JC Navarro Marzo-Perpiñán. Psicólogo General Sanitario CV.14060.


jueves, 2 de febrero de 2023

Estoy bien, el grito emocional más común

Una de las respuestas más comunes que solemos oír, cuando le preguntamos a alguien cómo le va todo, es el clásico "estoy bien". Es necesario estar alerta ante estas dos palabras, porque a menudo, esconden una buena dosis de angustia emocional, esa que muchos intentan ocultar.

Estoy bien, no pasa nada. Este conjunto de palabras esconden un mensaje enfrascado que no siempre advertimos, pero que, sin embargo, puede contener realidades bastante serias. Así, tras ese cotidiano «¿cómo estás?» muchos evitan dan una respuesta sincera porque se han habituado a enmascarar el dolor emocional, esforzándose en mostrar una imagen de resuelta normalidad.

Lo más recomendable en todos los casos es atrevernos a ser sinceros. Esconderse en las caracolas de nuestros sufrimientos personales crea costra, nos hunde capa a capa en un peligroso estrato donde asumir que nadie puede comprendernos y, por tanto, tampoco ayudarnos.

Un ejemplo, hace unos años la Fundación de Salud Mental de Reino Unido realizó una encuesta para saber cuántas veces solía pronunciar la población la clásica expresión «estoy bien».

Los resultados a los que llegaron fueron los siguientes: son 14 las veces que decimos en voz alta dichas palabras por semana. Asimismo, de la muestra analizada, solo un 19% decía sentirse realmente bien y por tanto, responder con sinceridad. El resto no solo recurre a esa muletilla por mero formalismo social, además, admiten que desvelar a los demás sus emociones, problemas y malestares les resulta tan incómodo como poco oportuno.

Si la Fundación de Salud Mental de Reino Unido llevó a cabo este estudio fue por una razón muy concreta. Los índices de depresión aumentan cada año, y no solo eso, se está llegando a un punto donde a gran parte de la población le cuesta mucho hablar sobre sus preocupaciones y malestares psicológicos con los demás (incluidos amigos, familia, etc.).

«El bienestar de cada uno está encerrado en el bienestar de todos».
-Hellen Keller-


¿Por qué insistir en que estoy bien si no es verdad?
Lo hacemos una y otra vez. En nuestras interacciones cotidianas rara vez falta el ya clásico ‘»Oye, ¿Cómo estás? Pues estoy bien, gracias». Podríamos decir que estas frases se han convertido en poco más que un convencionalismo social o incluso en un hábito falta ya de valor. Ahora bien, ¿quiere decir esto que, si el cartero o el vecino o la cajera del supermercado nos pregunta cómo estamos, debemos explicarle con detalle qué pasa por nuestras cabezas?

La doctora Abigael Saint, autora que ha participado en el trabajo antes citado, señala que debemos encontrar un término medio. Es necesario dejar de mentir, haciendo creer que todo está bien cuando no es así. Se trataría, por tanto, de recurrir a una ‘media verdad’ con esas personas que no forman parte de nuestro círculo cercano. Expresiones como ‘ahora mismo no muy bien pero esto se pasa o he tenido días mejores’ crean una interacción social un poco más auténtica.
  • Hacer uso de una adecuada higiene emocional donde compartir con otros nuestras preocupaciones media en el bienestar.
  • Es necesario concienciarnos de algo: es prioritario promover una interacción social donde poder hablar sin miedos o reticencias sobre nuestro estado emocional con quienes nos rodean. De ese modo, realidades como la depresión, dejarían de ser un estigma.
  • Algo que señalan los expertos es que nos estamos convirtiendo en una humanidad ‘hermética’. ¿Qué significa esto? Básicamente que nos cuesta muchísimo abrirnos a los demás en materia psicológica. A día de hoy, esto es algo que se ve con frecuencia en nuestros adolescentes.

No sé expresar mis emociones, no sé cómo hablar de lo que me ocurre
En la encuesta citada al inicio se nos señala que más del 75% de la población admitió que les resulta muy difícil expresar sus emociones. Saben que hay algo ahí, algo que duele, que enturbia su día a día; es un estado interno tan complejo que no saben cómo empezar a compartir con alguien.

Así, tras el «estoy bien» puede hallarse la sombra de algún trastorno del estado de ánimo como la depresión. Esos malestares psicológicos se transforman en cajas de resonancia que nos dejan atrapados. No todos saben cómo abrirse a los demás,  porque como bien sabemos, es difícil poner nombre a los sentimientos y dejar ir ese ovillo complejísimo que altera la calidad de vida.

Si preguntamos a alguien «¿cómo estás?» vayamos más allá de las palabras
La responsabilidad por no buscar ayuda por parte de quien sufre no es solo suya. A menudo, quien lo pasa mal ha dejado de pensar de manera razonable y vive en piloto automático. No ve salidas, desconfía y hasta puede asumir aquello de que «nadie puede ayudarme». Nosotros, como amigos, como padres, hermanos, vecinos o simples compañeros de trabajo debemos estar más alerta a la hora de detectar la angustia en los demás.

Por ello, ante la clásica pregunta de «¿cómo estás?» y la respuesta «estoy bien», deberíamos ser capaces de ir un poco más allá. Nunca está de más intuir qué expresa ese rostro, ese tono de voz, esos movimientos.

En caso de intuir cierta contradicción, no caigamos en expresiones como «¿seguro? Pues la cara que llevas no dice eso'» Lo más acertado en estos casos sería: «quiero que sepas que si en algún momento necesitas algo, puedes contar conmigo. Si quieres hablar, aquí estoy».

Para concluir, ahora que tenemos claro que tras el «estoy bien» hay muchas necesidades ocultas, intentemos mantener conversaciones donde promover la conexión emocional, ahí donde poder hablar sobre temas de salud mental e ir normalizando estas realidades, a menudo tan descuidadas en nuestra sociedad.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/estoy-bien-grito-emocional-comun/
Autora: Valeria Sabater, psicóloga.

martes, 8 de febrero de 2022

La Dopamina en el amor

“Toda tu vida buscando tu media naranja y ahora que las has encontrado ¿por qué se apaga la llama?”


Durante mucho tiempo se pensó que la dopamina era la hormona del placer, pero descubrimientos posteriores indicaron que nada tenía que ver con el placer, sino que proporcionaba sensaciones más influyentes.

La actividad dopaminérgica no es un marcador del placer, es una reacción a lo inesperado, a lo posible y a la expectación.

Como seres humanos experimentamos una descarga de dopamina a partir de sorpresas, como la llegada de una nota inesperada de la persona que amas, un email de un amigo que hace años que no ves, un incentivo económico, etc. Pero cuando esas cosas pasan a ser periódicas, repetitivas y previsibles, la descarga de dopamina desaparece.

Nuestro cerebro esta programado para anhelar lo inesperado y mirar hacia un futuro donde se inicie cualquier posibilidad emocionante, pero cuando todo, incluido el amor se vuelve algo conocido, ese entusiasmo desaparece y volvemos a sentirnos atraídos por otras cosas o personas.

Es el error de predicción el factor determinante en la aparición de la dopamina. Constantemente estamos haciendo predicciones sobre lo que va a pasar y cuando lo que sucede es mejor de lo que esperábamos se produce un error en nuestra previsión y es este error feliz el que pone en marcha la dopamina.

“Vas al trabajo y descubres una nueva cafetería, entras y pides un café y un cruasán, y al probarlos piensas que es lo mejor que has probado en tu vida. Durante los días posteriores estás deseando ir a este nuevo sitio a degustar el mejor café y cruasán que hayas probado nunca. Pero pasan las semanas y este sitio y este desayuno pasa a ser el mismo desayuno de siempre”.

Existen dos espacios alrededor del ser humano, el peripersonal, que es todo aquello que tenemos a nuestro alcance, es el aquí y el ahora, y el extrapersonal, que es aquello que no tenemos a nuestro alcance, que no podemos tocar.

El cerebro distingue entre lo que tienes y lo que no tienes.

Cuando el amor pasa del espacio extrapersonal al espacio peripersonal, la activación de la dopamina desaparece.

Cuando se trata del amor, la fase de enamoramiento inicial acabará desapareciendo y ese romance apasionado cesará tarde o temprano y llegará el momento de elegir.

Según la antropóloga Helen Fischer, el enamoramiento o amor apasionado dura solo de doce a dieciocho meses, y pasado ese tiempo, si la pareja quiere seguir unida tendrá que dar paso a un amor de compañeros, donde prevalecen las hormonas del aquí y el ahora.

El amor duradero está basado más en la experiencia que en la expectación, evoluciona desde la fantasía de que todo es posible, al compromiso con la realidad y sus imperfecciones

Podremos pasar a un amor que se alimenta por aprecio y admiración diario por la otra persona, o podremos poner fin a la relación y buscar otra montaña rusa de emociones, el chute de dopamina cuesta poco de conseguir, pero se acaba enseguida.

Cuando la vida nos ofrece una salida fácil frente a una tarea difícil, la escogemos.

La dopamina es la molécula que cultiva la eterna insatisfacción, y desde el punto de vista de la dopamina, tener cosas no es interesante, lo importante es conseguirlas.

El lema de la dopamina es “más”. No es la molécula del placer, es la molécula de la ilusión.

Las moléculas del aquí y el ahora están orientadas al presente, son: la serotonina, la oxitocina (mujeres), la vasopresina (hombres), las endorfinas (morfina cerebral) y los endocannabinoides (marihuana cerebral).

Pese a que ambos circuitos (el de la ilusión y el del aquí y ahora) pueden funcionar juntos, en la mayoría de las circunstancias se contrarrestan. La vasopresina actúa como la hormona del buen marido y la dopamina hace lo contrario.

En las parejas, se tiende a tener relaciones sexuales con menos frecuencia debido a que el amor dopaminérgico obsesivo evoluciona hacia el amor de compañerismo del aquí y ahora. La vasopresina y la oxitocina inhiben la liberación de testosterona.

 

Ahora podemos hacernos las siguientes preguntas:

¿Qué circuito funciona mas en ti, el de la ilusión o el del aquí y ahora?

¿Es la dopamina quien guía y dirige tu vida?

¿Quién crees que eres tú, un buen descubridor o un buen colonizador?

 

Autor: JC Navarro Marzo-Perpiñán. Psicólogo General Sanitario CV.14060.

Fuente: Lieberman, D., Long, M. (2021). Dopamina. Península.


viernes, 10 de septiembre de 2021

10 de septiembre: Día del suicidio.

“No puedo más. No tiene sentido continuar. Siento un gran vacío. Lo mejor es quitarme del medio. Solo quiero parar, no sé… Es abrumadora la sensación de derrota y vacío. Ya me he cansado. Mi vida está vacía de la mañana a la noche. Apenas me levanto de la cama porque al mundo le es igual y a mí también. No veo la salida.

Estas palabras son reales y todas ellas de personas que llegan a ese punto en el que creen que nada puede cambiar y lo más preocupante, la creencia de que de ellos no depende dicho cambio.

El suicidio ha sido y es un tema tabú.

En la actualidad aparte de los suicidios en la población en general, ha aumentado el número de adolescentes que se suicidan o lo han intentado. Con la pandemia se ha agravado.

¿Qué está ocurriendo?

Nos encontramos en la sociedad del bienestar, de la información, de la divulgación, de las redes sociales. Una época en la que invertir en uno mismo ya no es visto como un acto de egoísmo. Entonces, ¿a qué se debe?

¿Creen los adolescentes que su valor como persona depende del éxito en las redes sociales o de su popularidad?  ¿Necesitan el reconocimiento externo?

¿Poca tolerancia a la frustración?

Tal vez lo que necesiten es tener una mejor autoestima, saber que el mayor reconocimiento es el que ellos mismos se pueden dar y que nada de fuera puede llenar las inseguridades y vacíos propios de la edad.

Es evidente que algo falla, es evidente que la sensación de vacío es una alarma que jamás hay que ignorar.

El suicidio ya es la primera causa de muerte no natural por delante de los accidentes de tráfico.

Muchas de estas personas han tenido una infancia traumática, pero no nos equivoquemos, en muchos otros casos no ha sido así. La mayoría de ellas tampoco tienen un trastorno mental, entonces, ¿qué es lo que hace que una persona tenga la fortaleza mental de continuar, de una que tira la toalla y cree, piensa y siente que la única salida es suicidarse?

No hay una clara respuesta para esta cuestión, pues influyen múltiples factores, biológicos, genéticos, psicológicos, sociales, culturales y medioambientales.

Pero sí podemos intuir que hay personas que ante la adversidad, ante el más difícil momento de sus vidas, se dicen; “no puedo más, no quiero seguir así. No sé cómo ni cuándo, pero voy a salir de aquí.”

Sin embargo, otras se dicen: “No puedo más, no puedo seguir así, no hay nada que yo pueda hacer y si lo hay no tengo fuerza ni la esperanza de que algo pueda cambiar”.

Personas que no quieren morir, pero no quieren seguir viviendo de la misma manera. Por ello, es importante sacar a la luz esta problemática que aparece tímidamente en los medios de comunicación y en las conversaciones del día a día.

Hablemos del suicidio, no solo el 10 de septiembre, todos los días, en la familia, a nuestros hijos, en el trabajo, en terapia, en los medios de comunicación, en las tertulias.

Hablemos del suicido como hablamos del cáncer, o de los accidentes de tráfico o de la violencia de género.

Hablemos sin miedo a pronunciar esa palabra. Es la única manera de quitarle el estigma que tiene.

Atrevámonos a decirle a alguien de confianza: me siento mal, llevo un tiempo que no veo la manera de salir de este estado emocional o de esta situación. Se me pasa por la cabeza quitarme del medio. Lo pienso… no lo he planificado todavía, pero lo pienso a menudo.

De esta manera, comprenderemos que esa persona que parece que no lo va a llevar a cabo al menos de momento, sí se encuentra ya en la fase de ideación suicida y puede que dentro de un tiempo cuando algo le ocurra, sea el detonante que le lleve a planificarlo y ejecutarlo. Y si no lo dice, si no lo expresa, las personas de su alrededor no se darán cuenta.

Muchos suicidios podrían evitarse si las personas se atrevieran a decir que lo están pensando. Intervenir en la fase de ideación no es lo mismo que en la fase de planificación y mucho menos cuando la persona ya lo ha intentado y no le ha salido bien.

No somos más débiles, todo lo contrario. Hay que tener mucho coraje para decir: “No puedo, necesito ayuda”.

No quitemos nunca importancia a sus palabras de abatimiento y desaliento.  Entendamos que no importa la situación que esté viviendo: pérdida de un ser querido, divorcio, quiebra de su empresa, su sensación de poca valía etc… No olvidemos que dentro lleva su infierno particular, del que no sabe salir y lo peor, de donde cree que no puede salir.

Siempre hay salida, siempre.

Ya lo dijo Victor Frankl, en su obra “El hombre en busca de sentido”. Si encuentras un propósito, hallarás fuerzas para atravesar el sufrimiento y ya no será un sinsentido.

Y es que cuando la vida deja de tener sentido es cuando la alarma se enciende, cuando las sirenas suenan y justo ahí es donde hay que mirar dentro de uno mismo y afrontar el dolor que lleva dentro. Por ello, pídenos ayuda para atravesar al otro lado, donde te espera la liberación y la paz que jamás pueden habitar  junto al sufrimiento insoportable.

Con mucha responsabilidad, hablemos del suicidio.


Autora: Maribel Ruiz, Psicóloga General Sanitaria CV.18311.

domingo, 4 de julio de 2021

Ambiente y Genotipo. ¿Somos como somos porque nacemos, o porque nos hacemos?

¿Somos como somos porque nacemos, o porque nos hacemos?.

¿La respuesta a esta pregunta seria? "¿ambas cosas?". Vamos a verlo:

¿Cómo se relacionan ambiente y genotipo?

Genotipo y ambiente, y sus correspondientes estimadores, no son entidades estancas y sin ningún tipo de relación entre ellas, más bien al contrario, acostumbran a interrelacionarse, y normalmente de forma imbricada, lo que dificulta la tarea de investigar estas relaciones. En general, ambiente y genotipo pueden correlacionar, o bien interactuar; ahora veremos de qué se trata en cada caso.

Ejemplos de la contribución del genotipo y del ambiente a diferentes características conductuales normales y trastornos psicopatológicos:


A representa la varianza genética aditiva. 
C representa la varianza ambiental compartida. 
E la varianza ambiental específica.



Fuente: adaptado de McGuffin, Riley, & Plomin, 2001.


Correlaciones genotipo-ambiente

La correlación entre genes y ambiente se refiere a que un individuo con un determinado genotipo tiende a desarrollarse en aquellos ambientes que sean propensos a favorecer la expresión de este genotipo.
Tradicionalmente, se ha propuesto una taxonomía con tres tipos de correlaciones diferentes:

a) Correlación pasiva: se refiere al hecho de que el ambiente donde se desarrolla un individuo favorece la expresión de su genotipo. Se denomina pasiva porque ni el comportamiento ni el genotipo del individuo determinan el ambiente donde éste se encuentra. Se da en casos en los que, por ejemplo, los padres aportan ambientes de crianza que correlacionan con los genes que han transmitido a los hijos.

b) Correlación activa: se refiere a la que se establece cuando es la propensión genética del individuo la que provoca que éste busque, y eventualmente seleccione, el ambiente o experiencias que más favorezcan la expresión de esta propensión genética.

c) Correlación evocativa (o reactiva): se refiere a aquella por la cual se establece una relación "evocada" entre los factores genéticos y los ambientales, en la cual es la propia expresión del genotipo la que provoca situaciones (reacciones) que favorecen la aparición.

Excepto alguna característica física (como el color de los ojos, fruto de genes dominantes), todo cuanto constituye y manifiesta al ser humano, tanto físico como psicológico es consecuencia de la interacción entre factores genéticos y ambientales.

Los estudios de hijos adoptivos permitieron observar que algunas de sus características eran mas compartidas con sus padres biológicos que con los adoptivos, que les habían criado y educado. Los estudios con gemelos monocigóticos genéticamente idénticos permitieron observar la mayor semejanza física y psicológica que los gemelos dicigóticos.

Dentro de la influencia del ambiente, el mayor impacto radica en el ambiente individual, mas que en el común.

En un estudio sobre la heredabilidad de la anorexia nerviosa realizado sobre una población de 31.406 gemelos (Bulik et al., 2006) se observó que alrededor del 56% de la varianza del trastorno es genética y el 44% es debido a la influencia ambiental. De este 44%, el 5% corresponde al ambiente común o compartidos de las parejas de gemelos y el 39% al ambiente único o individual.

Siempre que hablamos en términos de influencia ambiental hacemos hincapié en el sobresaliente papel del ambiente común: familia, estilos educativos, tipo de escuela, clase social, lugar de residencia, etc., pero en todos los estudios realizados, es el ambiente individual, la historia de experiencias no compartidas lo que resulta más influyente y determinante.

No podemos olvidar la epigénesis, que es un método de sintonización final por medio del cual cada ser humano se acopla de manera eficiente a su ambiente y dependiendo de este expresa una determinada codificación genética latente.

Genes y ambiente están en continua interacción. Ni los genes determinan totalmente el físico o el comportamiento, ni el entorno los puede moldear a placer relegando a los genes a un papel secundario. No son opuestos, son complementarios. La genética modelada por el ambiente es la responsable de la personalidad.

La respuesta a la pregunta ¿somos como somos porque nacemos, o porque nos hacemos? seria: 

La herencia genética nos predispone y es el ambiente, sobre todo el ambiente individual y las experiencias personales las que determinan nuestra personalidad.

Autor: JC Navarro Marzo-Perpiñán. Psicólogo General Sanitario CV.14060.
Fuente: Bases genéticas de la conducta. Editorial UOC.


martes, 22 de junio de 2021

Pandemia y Prevención del Suicidio.

1.- Unas reflexiones sobre la situación excepcional actual de Pandemia

Estamos viviendo una situación absolutamente insólita e inesperada que genera incertidumbre y desasosiego.

Estamos viviendo un momento histórico que va a marcarnos para siempre. Un momento histórico que muchas voces califican de devastador, tanto como para compararlo con la II Guerra mundial.

Se trata de una situación que nos ha hecho tomar conciencia de algo que ya sabíamos pero que, a menudo, olvidamos: nuestra vulnerabilidad, nuestra fragilidad, tanto individual como colectiva.

Los SENTIMIENTOS que surgen como consecuencia de esta situación son:

1)- El MIEDO y  la ANSIEDAD GENERALIZADA que bloquean a quien los padece.

2)- Gran TRISTEZA, tan grave, que puede desembocar en una DEPRESIÓN.

3)- Sentimiento de INDEFENSION, cuya consecuencia inmediata es creerse en absoluto desamparo, en definitiva, pensar que cualquier acción defensiva que se emprenda será inútil. Y esto ocurre a pesar de que se conocen ya algunas medidas preventivas: mascarillas, separación interpersonal y lavado de manos, entre otras.

4)- sentimientos de absurda DISTOPIA que no se creía llegara nunca a occidente, por tanto “cualquier cosa terrible es posible que ocurra” y nadie está a salvo.

5)- Sentimiento de PÉRDIDA, sensación de que se ha perdido la vida conocida, la estabilidad económica, la libertad de movimiento, la ilusión del control de nuestras vidas, del contacto físico con quienes amamos… y además de estas pérdidas, la única seguridad es que el futuro no presenta más que incertidumbres de corte negativo.


2.- ¿Puede la situación de Pandemia inducir al Suicidio?

Hay que tener en cuenta que, en una situación tan sobrecogedora por la incertidumbre y sensación de indefensión que genera la Pandemia, se puede presentar la idea del suicidio como única y más satisfactoria salida, al menos en la que se conoce como la primera fase del suicidio, la de Consideraciòn.

Fase de Consideración, cuando se ve en el suicidio la única posibilidad para salir de una situación muy angustiosa y dolorosa.

Las siguiente fases son:

Fase de Ambivalencia, en que se considera el suicidio como solución pero se duda de sus beneficios.

Fase de Decisión, en la que ya se ha establecido un plan.

Lo deseable es que no se llegue a ninguna de estas dos fases y cortar el proceso en la primera de ellas.

Ahora vamos a analizar los factores facilitadores que desembocan en la primera fase comentada, según queda reflejado en las Guías de intervención en crisis suicidas elaboradas en el Teléfono de la Esperanza.

Estos FACTORES FACILITADORES que expondré a continuación, unidos a los 5 SENTIMIENTOS consecuentes a la situación de caos general en el que se vive durante una pandemia, aumentan de forma exponencial la posibilidad de llegar al punto en que se presente la IDEACION SUICIDA


Factores facilitadores:

1.- Conflictos familiares:

La situación de confinamiento sostenido durante semanas a causa del estado de alarma decretado para luchar contra la Pandemia, tiene como consecuencia una convivencia limitada a la vivienda y en la que, los que allí viven, tienen que pasar las 24 horas del día en un encierro que puede exacerbar las malas relaciones e incluso, si ya existía, agravar el maltrato intrafamiliar y la violencia.


2.- Personalidad y trastornos mentales

Las personas sometidas al confinamiento, cuando ya presentaban con anterioridad tipos de personalidad con características impulsivas o/y obsesivas, pueden agudizar su sintomatología de forma grave. Especial preocupación a propósito del Trastorno Límite de Personalidad que puede tener en ocasiones tendencia al aislamiento pero que, si es obligado, puede acrecentar los sentimientos de vacío existencial, las autolesiones y por supuesto las ideas suicidas.

Lo mismo podemos decir con respecto a otros trastornos como las esquizofrenias, que pueden no comprender el por qué no pueden salir de casa; o los trastornos del estado de ánimo como la Depresión mayor o los trastornos Bipolares. Sin olvidarnos del amplio espectro del trastorno autista.


3.- Aislamiento y soledad

Ambos estados, cuando son impuestos y no deseados, como puede ocurrir con el confinamiento, provoca normalmente sentimientos de tristeza profunda y desinterés por la vida, asociados fácilmente al suicidio.


4.- Sufrimiento y pérdidas

Padecer una enfermedad grave ya sea crónica o puntual y aguda, puede hacer pensar en el suicidio como única salida ante la seguridad de que el sistema sanitario está desbordado atendiendo la Pandemia. Así, concibe la muerte como una liberación a su dolor sin otra alternativa.

De igual modo, encontrarse en duelo por una pérdida, ya sea de un ser querido o de una situación  económica  de  seguridad  que  se  prevé finalice a consecuencia de la pandemia, puede traer a la mente la idea de suicidio como un solución para no vivir esa situación que se adivina de malestar y sufrimiento.


Estas son las principales causas de aparición de la idea suicida.

Como es fácil deducir de todas ellas, se exacerban extraordinariamente ante la situación de incertidumbre que genera una llamada al estado de alarma y máxime si le sigue un confinamiento domiciliario como estrategia para combatir la pandemia.


ESTRATEGIAS de PREVENCIÓN


1º DETECTAR LA IDEACIÓN SUICIDA

Para lo que se dejará a la persona que la sufre, que exprese libremente su angustia y lo que la induce a creer que no tiene salida su situación.

2º En definitiva, facilitar la VERBALIZACIÓN DE LA IDEA SUICIDA. Dejarle hablar sin juzgar ni interrumpir, por mucho que lo estemos deseando.

3º NEUTRALIZAR LA IDEACIÓN SUICIDA.

Con técnicas como la de distraer su atención hacia escenarios más benignos como por ejemplo situarla en momentos de su vida en que vivió situaciones difíciles y pudo superarlas.

En esta última etapa conseguimos ampliar su visión de túnel y ampliar  el  abanico  de  alternativas  a  su  situación.  De  alguna  forma logramos que deje de lado la opción de acabar con su vida, restablecer el equilibrio y, si conseguimos que acceda a comenzar una Terapia, ya tenemos prácticamente evitada la idea de muerte por suicidio en su primera etapa, evitando que se presente ninguna de las dos siguientes.


ATENDER A LA FAMILIA

Y para terminar mi artículo, solo hacer una pequeña mención a la respuesta que debemos dar en el caso de ayudar a elaborar el duelo de los supervivientes al suicidio de un ser querido.

Hay que tener presente que, durante el estado de alarma por la pandemia, se  da una situación muy especial y dolorosa: no podrán despedirse. Por tanto, la elaboración del duelo será mucho más costosa por la complicación que ese elemento aporta de especial.

Capítulo aparte y merecedor de un trabajo en sí mismo es la intervención que se aconseja por el Teléfono de la Esperanza al atender la llamada de una persona que nos informa de que tiene un familiar con ideas suicidas.


Autora: Mercedes Santos Sánchez, Licenciada en Psicología. Escritora y colaboradora del Teléfono de la Esperanza de Valencia.