lunes, 15 de mayo de 2023

El Efecto Reverberador de las Emociones en la Memoria.

La memoria humana es un fenómeno fascinante y complejo, influenciado por una multitud de factores que determinan qué recuerdos conservamos y cómo los almacenamos. A lo largo de nuestras vidas, algunos eventos parecen desvanecerse con el tiempo, mientras que otros se graban en nuestra mente con una nitidez sorprendente. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué hace que ciertos recuerdos sean tan duraderos y detallados, mientras que otros requieren repetición constante para mantenerse vivos?

Una de las respuestas más intrigantes se encuentra en el papel que juegan las emociones en el proceso de la memoria. Las emociones intensas, ya sean positivas o negativas, actúan como un potente catalizador que fortalece y consolida los recuerdos, haciendo que los eventos asociados con ellas se graben de manera más profunda y duradera. 

Cuando experimentamos emociones intensas, ya sean de alegría, tristeza, miedo o amor, estas no solo afectan cómo vivimos el momento, sino que también "reverberan" en nuestra memoria. Este fenómeno actúa como un factor multiplicador que refuerza el recuerdo del evento, permitiendo que se grabe con mayor detalle y persistencia. Al igual que un eco que resuena y se prolonga, las emociones hacen que ciertos recuerdos se repitan mentalmente en fracciones de segundo, como si los reviviéramos una y otra vez. Esta "reverberación" emocional puede explicar por qué recordamos tan vívidamente ciertos eventos, mientras que otros, menos cargados emocionalmente, se desvanecen con el tiempo.

Vamos a explorar cómo las emociones influyen en la memoria, por qué ciertos eventos permanecen intactos a lo largo del tiempo, y cómo estas dinámicas pueden diferir entre personas y entre sexos. Al comprender mejor la conexión entre nuestras emociones y nuestros recuerdos, podemos apreciar más profundamente cómo nuestras experiencias y sentimientos moldean nuestra percepción del pasado. 


Mecanismos de la Memoria Humana

La memoria es un proceso complejo que implica varias fases: codificación, almacenamiento, y recuperación. Aquí es donde entra en juego la diferencia entre la memoria de eventos cotidianos que requieren repetición para ser recordados y aquellos eventos que se graban con facilidad.

Codificación: Es el proceso por el cual la información se transforma en una representación mental que puede ser almacenada. La atención y el significado que le damos a la información influyen en la eficacia de la codificación.

Almacenamiento: Es la retención de la información a lo largo del tiempo. La información almacenada se organiza en redes neuronales.

Recuperación: Es el proceso de acceder y utilizar la información almacenada.


El Rol de las Emociones en la Memoria


Las emociones intensas tienen un impacto significativo en la memoria debido a varios factores:

Activación de la Amígdala: La amígdala es una estructura del cerebro que juega un papel central en el procesamiento de emociones, especialmente las relacionadas con el miedo y el placer. Cuando una persona experimenta una emoción intensa, la amígdala se activa y envía señales a otras partes del cerebro, incluidas aquellas involucradas en la formación de la memoria, como el hipocampo.

Modulación de la Memoria por la Amígdala: La amígdala modula la actividad del hipocampo, lo que fortalece la consolidación de los recuerdos asociados con esas emociones intensas. Esto significa que los recuerdos de eventos que provocan emociones fuertes se almacenan de manera más robusta y duradera.

Liberación de Neurotransmisores: Las emociones intensas también provocan la liberación de neurotransmisores, como la norepinefrina y la dopamina, que aumentan la atención y la codificación de los recuerdos. Esto ayuda a que los eventos emocionales se graben con mayor detalle y que su recuperación sea más fácil y precisa.


Memoria y Repetición: La Potenciación a Largo Plazo (LTP)

Para los recuerdos que requieren repetición para ser consolidados, como el estudio para un examen, el proceso de potenciación a largo plazo (LTP) es clave:

LTP y Aprendizaje: La LTP es un proceso mediante el cual las conexiones sinápticas entre neuronas se fortalecen con la actividad repetida. Cuando estudias o repasas algo varias veces, estás fortaleciendo estas conexiones, lo que facilita la recuperación de la información en el futuro.

Comparación con la Memoria Emocional: Mientras que la LTP requiere repetición para fortalecer la memoria, las emociones intensas pueden actuar como un "catalizador", fortaleciendo las conexiones sinápticas sin necesidad de repetición. Esto explica por qué un evento emocionalmente cargado puede quedar grabado en la memoria de manera tan vívida y duradera.


Sexo y Memoria Emocional

Algunas investigaciones sugieren que las mujeres pueden tener una mayor capacidad para recordar eventos emocionales en comparación con los hombres, lo que podría deberse a diferencias en la actividad cerebral:

Mayor Activación de la Amígdala: Estudios de neuroimagen han mostrado que las mujeres tienden a tener una mayor activación de la amígdala en respuesta a estímulos emocionales. Esto podría hacer que los recuerdos emocionales sean más accesibles y detallados.

Interacción entre la Amígdala y el Hipocampo: Las mujeres también pueden tener una interacción más eficiente entre la amígdala y el hipocampo, lo que facilita la codificación y el almacenamiento de recuerdos asociados con emociones.


El Efecto "Multiplicador" de las Emociones

La descripción de cómo las emociones intensas parecen tener un efecto multiplicador o resonador (reverberador) en la memoria es bastante acertada. Las emociones fuertes pueden:

Aumentar la Repetición Mental: Un evento emocionalmente cargado puede ser repetido mentalmente muchas veces en un corto período (a modo de reverberación), reforzando su codificación y almacenamiento en la memoria.

Creación de Recuerdos Detallados: Este efecto multiplicador puede explicar por qué los recuerdos emocionalmente significativos se almacenan con tantos detalles y permanecen intactos con el tiempo.


Las diferencias en cómo recordamos eventos —ya sea a través de repetición consciente o por la poderosa influencia de las emociones— se basan en los mecanismos neurobiológicos subyacentes de la memoria. Las emociones intensas, especialmente aquellas asociadas con la activación de la amígdala, pueden fortalecer los recuerdos y hacer que ciertos eventos se graben con un nivel de detalle y durabilidad que supera al de los recuerdos formados por repetición. Esta capacidad de las emociones para "multiplicar o reverberar" el impacto en la memoria es un fenómeno fascinante que subraya la conexión intrínseca entre nuestras experiencias emocionales y nuestros recuerdos.


Autor: JC. Navarro Marzo-Perpiñán. Psicólogo General Sanitario CV.14060.


domingo, 2 de abril de 2023

El terapeuta no nace, se hace. Los Cuatro Grandes.

Michael Lambert elabora sobre el trabajo de Frank y propone, sobre la base de lo que indican los estudios empíricos, que los cuatro factores terapéuticos principales para la mejora de los clientes se identifican como: factores extraterapéuticos, factores comunes, expectación o placebo, y técnicas. Veremos estos factores y su peso relativo en el resultado (varianza) con más detalle:

1. Los factores del cliente o factores extraterapéuticos40% de la varianza

Son aquellos aspectos del cliente o circunstancias de la vida del cliente que ayudan en la recuperación, independientemente de su participación formal (o estructurada) en la terapia. Son los puntos fuertes del cliente y los elementos de apoyo en su entorno, hasta ocurrencias fortuitas. De hecho, son lo que el cliente aporta a la consulta y lo que influye en su vida fuera de ella. Incluye la persistencia, la confianza, una abuela cariñosa, participar en una comunidad religiosa, el sentido de responsabilidad personal, un nuevo trabajo, suerte en la lotería, una crisis bien llevada.... Lambert estimó que los factores del cliente/extraterapéuticos explican un 40% de la varianza del resultado.

2. Factores de la relación con el terapeuta30% de la varianza

Coinciden con los que son los “factores comunes” de siempre. Representan un amplio abanico de variables mediados por la relación que se encuentran en terapias de todas las escuelas. Dar importancia, empatía, calor, aceptación, afirmación mutua, animar a tomar riesgos - sólo son unos ejemplos. Se examinaron especialmente las variables aportadas por el terapeuta, las “condiciones esenciales” popularizadas por el humanista Carl Rogers, y se validaron dos de las tres.


3. Placebo, esperanza y expectación15% de la varianza

Lambert encontró que, en parte, la influencia de estos factores deriva del conocimiento que tiene el cliente de que se está tratando, y de una valoración (subconsciente) de la credibilidad de la terapia y sus técnicas. La “expectación” equivale a la condición “d” de Frank, que se refiere a que tanto cliente como terapeuta deben creer en el poder restaurador de los procedimientos o rituales de la terapia (cualquiera).

4. Factores de modelo o técnica15% de la varianza

Según Lambert, este grupo tiene un peso relativamente modesto en el resultado de la terapia. En un sentido reducido, puede considerarse que estos factores representan las convicciones y procedimientos únicos de un tratamiento específico, por ejemplo, la “cuestión milagro” de la terapia breve orientada a soluciones, el uso del genograma en la terapia familiar orientada a Bowen, la hipnosis, la desensibilización sistemática, biofeedback, interpretaciones de transferencia, y sus respectivas premisas teóricas. En un sentido más amplio, abarcan todos los rituales terapéuticos o curativos. Ofrecen una fundamentación organizativa, una explicación teórica de las dificultades del cliente, y establecen estrategias o procedimientos para su resolución. La mayoría prepara al cliente para que tome algún tipo de acción con que ayudarse a sí mismo, y un cambio significativo: desarrollar nuevos entendimientos, sentir emociones diferentes, enfrentarse a temores o cambiar viejos patrones de comportamiento.

En resumen, al final al terapeuta le queda un porcentaje reducido sobre la actuación, ya que del 30% de la varianza sobre los factores de la relación con el terapeuta, solo el 15% quedarían del lado del profesional, por otro lado, tendríamos el 15% de la varianza sobre los factores de modelo o técnica, con los cual podríamos resumir que, al terapeuta solo le quedaría un 30% sobre los factores terapéuticos principales para la mejora de los clientes, el otro 70% pertenecería al cliente.


Autor: JC Navarro Marzo-Perpiñán. Psicólogo General Sanitario CV.14060.

Fuente: Campagne, D. (2014).  El terapeuta no nace, se hace. Therapists are not born but made. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2014; 34 (121), 75-95. doi: 10.4321/S0211-57352014000100005. UNED, Facultad de Psicología, Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos, Madrid, España.

miércoles, 15 de marzo de 2023

Los Ciclos de la Dependencia Emocional

Los Ciclos de Dependencia Emocional, (Psicoeducación).

Entender la Dependencia Emocional.

DefiniciónDependencia emocional: Una necesidad excesiva de afecto y aprobación por parte de la pareja, que puede llevar a la pérdida de identidad y autonomía.

Características:

Inseguridad y miedo al abandono: La persona dependiente teme constantemente que su pareja la abandone.

Necesidad de aprobación: La autoestima del dependiente está ligada a la validación de su pareja.

Sacrificio personal: El dependiente a menudo sacrifica sus propias necesidades y deseos para satisfacer a su pareja.


Identificar los Ciclos de Dependencia

Ciclo de Dependencia:

Inicio de la Relación: La relación comienza con altos niveles de afecto y atención, lo que refuerza la dependencia emocional.

Aumento de la Dependencia: La persona dependiente empieza a centrar su vida alrededor de la pareja, descuidando otras áreas importantes.

Conductas de Sumisión: Para evitar conflictos y el miedo al abandono, el dependiente cede ante las demandas de su pareja, incluso si estas son injustas o dañinas.

Deterioro del Bienestar: La dependencia lleva a una disminución de la autoestima, ansiedad, y en algunos casos, depresión.

Conflictos y Tensión: Las dinámicas de poder y control pueden llevar a conflictos, aumentando la tensión en la relación.

Reafirmación del Ciclo: A pesar de los conflictos, el dependiente se aferra a la relación, reforzando el ciclo de dependencia.


Impacto en el Bienestar:

Autoestima Baja: La persona dependiente pierde confianza en sí misma, ya que su valor personal depende de la aprobación de su pareja.

Aislamiento Social: Puede aislarse de amigos y familiares para centrarse únicamente en la relación.

Ansiedad y Depresión: La constante preocupación por la relación y el miedo al abandono pueden llevar a problemas de salud mental.

Pérdida de Autonomía: La persona deja de tomar decisiones independientes, basándose siempre en la opinión de su pareja.


Estrategias para Romper el Ciclo de Dependencia

Autoconciencia:

Reflexión Personal: Fomentar la reflexión sobre los propios comportamientos y patrones de dependencia.

Identificación de Triggers (disparadores): Ayudar al cliente a identificar situaciones o comportamientos específicos que desencadenan su dependencia emocional.


Fortalecimiento de la Autoestima:

Reconocimiento de Logros: Animar al cliente a reconocer y celebrar sus logros y cualidades personales.

Desarrollo de Habilidades: Fomentar la adquisición de nuevas habilidades y hobbies que refuercen su sentido de competencia y autonomía.


Establecimiento de Límites:

Definición de Límites Personales: Ayudar al cliente a identificar y establecer límites saludables en su relación. Practica escenarios en los que pueda decir "no" o pedir espacio sin sentirse culpable.

Práctica de la Asertividad: Enseñar técnicas de comunicación asertiva para expresar necesidades y deseos de manera respetuosa pero firme.


Red de Apoyo:

Reconexión Social: Animar al cliente a reconectar con amigos y familiares, fortaleciendo su red de apoyo fuera de la relación.

Actividades Grupales: Participar en actividades grupales o comunitarias para desarrollar relaciones saludables y equilibradas.


Fomento de Actividades Gratificantes:

Actividades gratificantes: Anima al cliente a participar en actividades que disfrute y que no estén relacionadas con su pareja.

Fomentar la conexión: Fomenta la reconexión con amigos y familiares, y la búsqueda de nuevas aficiones.


Terapia Individual:

Intervenciones Psicológicas: Continuar con la terapia para abordar problemas subyacentes, como la baja autoestima y la ansiedad.

Proporcionar un espacio seguro: para que el cliente exprese sus sentimientos y preocupaciones ofreciendo apoyo emocional y validando sus experiencias.

Manejo del Estrés: Introducir técnicas de manejo del estrés y mindfulness para mejorar el bienestar emocional.


Ejemplos Prácticos y Ejercicios

Ejercicios de Reflexión:

Diario Personal: Mantener un diario donde el cliente pueda reflexionar sobre sus emociones, decisiones y el impacto de la relación en su bienestar.

Listas de Gratitud: Escribir listas de cosas por las que está agradecido fuera de su relación, para reforzar una perspectiva positiva y autónoma.

Role-Playing:

Simulación de Situaciones: Practicar conversaciones y situaciones en un entorno seguro, donde el cliente pueda ensayar cómo establecer límites y expresar sus necesidades.

Tareas Conductuales:

Desafíos Semanales: Establecer pequeños desafíos semanales para fomentar la independencia, como tomar decisiones sin consultar a la pareja o participar en actividades sociales.

Resumen:

Educar al paciente sobre los ciclos de dependencia emocional y su impacto en el bienestar es un paso crucial para ayudarle a desarrollar una relación más sana y equilibrada. A través de la comprensión, la autoconciencia y el fortalecimiento de habilidades personales, el paciente puede aprender a romper el ciclo de dependencia y construir una vida más autónoma y satisfactoria.



Autor: JC Navarro Marzo-Perpiñán. Psicólogo General Sanitario CV.14060.


jueves, 2 de febrero de 2023

Estoy bien, el grito emocional más común

Una de las respuestas más comunes que solemos oír, cuando le preguntamos a alguien cómo le va todo, es el clásico "estoy bien". Es necesario estar alerta ante estas dos palabras, porque a menudo, esconden una buena dosis de angustia emocional, esa que muchos intentan ocultar.

Estoy bien, no pasa nada. Este conjunto de palabras esconden un mensaje enfrascado que no siempre advertimos, pero que, sin embargo, puede contener realidades bastante serias. Así, tras ese cotidiano «¿cómo estás?» muchos evitan dan una respuesta sincera porque se han habituado a enmascarar el dolor emocional, esforzándose en mostrar una imagen de resuelta normalidad.

Lo más recomendable en todos los casos es atrevernos a ser sinceros. Esconderse en las caracolas de nuestros sufrimientos personales crea costra, nos hunde capa a capa en un peligroso estrato donde asumir que nadie puede comprendernos y, por tanto, tampoco ayudarnos.

Un ejemplo, hace unos años la Fundación de Salud Mental de Reino Unido realizó una encuesta para saber cuántas veces solía pronunciar la población la clásica expresión «estoy bien».

Los resultados a los que llegaron fueron los siguientes: son 14 las veces que decimos en voz alta dichas palabras por semana. Asimismo, de la muestra analizada, solo un 19% decía sentirse realmente bien y por tanto, responder con sinceridad. El resto no solo recurre a esa muletilla por mero formalismo social, además, admiten que desvelar a los demás sus emociones, problemas y malestares les resulta tan incómodo como poco oportuno.

Si la Fundación de Salud Mental de Reino Unido llevó a cabo este estudio fue por una razón muy concreta. Los índices de depresión aumentan cada año, y no solo eso, se está llegando a un punto donde a gran parte de la población le cuesta mucho hablar sobre sus preocupaciones y malestares psicológicos con los demás (incluidos amigos, familia, etc.).

«El bienestar de cada uno está encerrado en el bienestar de todos».
-Hellen Keller-


¿Por qué insistir en que estoy bien si no es verdad?
Lo hacemos una y otra vez. En nuestras interacciones cotidianas rara vez falta el ya clásico ‘»Oye, ¿Cómo estás? Pues estoy bien, gracias». Podríamos decir que estas frases se han convertido en poco más que un convencionalismo social o incluso en un hábito falta ya de valor. Ahora bien, ¿quiere decir esto que, si el cartero o el vecino o la cajera del supermercado nos pregunta cómo estamos, debemos explicarle con detalle qué pasa por nuestras cabezas?

La doctora Abigael Saint, autora que ha participado en el trabajo antes citado, señala que debemos encontrar un término medio. Es necesario dejar de mentir, haciendo creer que todo está bien cuando no es así. Se trataría, por tanto, de recurrir a una ‘media verdad’ con esas personas que no forman parte de nuestro círculo cercano. Expresiones como ‘ahora mismo no muy bien pero esto se pasa o he tenido días mejores’ crean una interacción social un poco más auténtica.
  • Hacer uso de una adecuada higiene emocional donde compartir con otros nuestras preocupaciones media en el bienestar.
  • Es necesario concienciarnos de algo: es prioritario promover una interacción social donde poder hablar sin miedos o reticencias sobre nuestro estado emocional con quienes nos rodean. De ese modo, realidades como la depresión, dejarían de ser un estigma.
  • Algo que señalan los expertos es que nos estamos convirtiendo en una humanidad ‘hermética’. ¿Qué significa esto? Básicamente que nos cuesta muchísimo abrirnos a los demás en materia psicológica. A día de hoy, esto es algo que se ve con frecuencia en nuestros adolescentes.

No sé expresar mis emociones, no sé cómo hablar de lo que me ocurre
En la encuesta citada al inicio se nos señala que más del 75% de la población admitió que les resulta muy difícil expresar sus emociones. Saben que hay algo ahí, algo que duele, que enturbia su día a día; es un estado interno tan complejo que no saben cómo empezar a compartir con alguien.

Así, tras el «estoy bien» puede hallarse la sombra de algún trastorno del estado de ánimo como la depresión. Esos malestares psicológicos se transforman en cajas de resonancia que nos dejan atrapados. No todos saben cómo abrirse a los demás,  porque como bien sabemos, es difícil poner nombre a los sentimientos y dejar ir ese ovillo complejísimo que altera la calidad de vida.

Si preguntamos a alguien «¿cómo estás?» vayamos más allá de las palabras
La responsabilidad por no buscar ayuda por parte de quien sufre no es solo suya. A menudo, quien lo pasa mal ha dejado de pensar de manera razonable y vive en piloto automático. No ve salidas, desconfía y hasta puede asumir aquello de que «nadie puede ayudarme». Nosotros, como amigos, como padres, hermanos, vecinos o simples compañeros de trabajo debemos estar más alerta a la hora de detectar la angustia en los demás.

Por ello, ante la clásica pregunta de «¿cómo estás?» y la respuesta «estoy bien», deberíamos ser capaces de ir un poco más allá. Nunca está de más intuir qué expresa ese rostro, ese tono de voz, esos movimientos.

En caso de intuir cierta contradicción, no caigamos en expresiones como «¿seguro? Pues la cara que llevas no dice eso'» Lo más acertado en estos casos sería: «quiero que sepas que si en algún momento necesitas algo, puedes contar conmigo. Si quieres hablar, aquí estoy».

Para concluir, ahora que tenemos claro que tras el «estoy bien» hay muchas necesidades ocultas, intentemos mantener conversaciones donde promover la conexión emocional, ahí donde poder hablar sobre temas de salud mental e ir normalizando estas realidades, a menudo tan descuidadas en nuestra sociedad.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/estoy-bien-grito-emocional-comun/
Autora: Valeria Sabater, psicóloga.