Muchas veces hemos confundido nuestra identidad con el “personaje” que creemos ser. Hemos creado una careta de nosotros mismos labrada con una serie de tópicos: el papel que desempeñamos en la sociedad, la profesión, la imagen externa, nuestros éxitos y fracasos. Lo de fuera que hoy día nos asfixia. Pero detrás de esa careta, como en la Tragedia Griega, hay un ser humano que en lo profundo no es nada de eso.
En realidad somos como una especie de cebolla; tenemos muchas capas y la mayoría de la gente se queda con las más superficiales: guapa, listo, ejecutivo, simpático, intelectual, triste, fracasado, palizas… Tampoco somos lo que nos runrunea la mente volcada en un pasado que no existe, pues pasó, o en un futuro que nos da miedo antes de tiempo. Sin embargo aquí y ahora hay una zona profunda donde estamos bien, en armonía con el universo.

Viajamos, huimos, ansiamos, pedimos, corremos hacia quién sabe dónde, pero el tesoro está dentro. Esto es lo que intenta mostrar este número de AVIVIR. “Somos como un diamante, un diamante cubierto por el lodo -dice el maestro Swami Jyothirmayah en la entrevista de Gloria Díez-, el diamante sigue siendo diamante, pero para que brille, tienes que lavarlo. Todos en este plantea somos únicos, el problema es que solemos comparar nuestra vida con la de los demás, y por eso no somos felices”.

En el fondo la liberación o el despertar interior no es sino una manera de abrir la ventana de los ojos del alma, y permanecer atento. Decía Antonio Blay: "Al mirar, te das cuenta de que tú no eres lo que ves. Sigue mirando el mirar, llegarás al fondo y descubrirás el verdadero ser". Y entonces, una vez descubiertas las quietas profundidades del mar quizás puedas descubrir allí, sin dejar de vivirlas, que hasta tan inefable paz no llega el miedo ni la turbulencia de las olas.
PEDRO MIGUEL LAMET
Director de la Revista AVIVIR
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