“Para
ser parte de la solución, tienes antes que asumir que eres parte del problema”
Stephen
Covey
“Si realmente podemos entender el problema, la
respuesta vendrá de este mismo, porque la respuesta no está separada del
problema”.
Jiddu Krishnamurti
A todos mis amigos y amigas:
¿Cómo resistirse a las adversidades que nos impone la
vida? ¿Cómo forjarse, a pesar de todo, felices y numerosos paréntesis, entre
alegrías pasadas y alegrías venideras? Enfrentándose a ello, por medio de la
acción pertinente. “La acción es una sucesión de actos desesperados que permite
lograr esperanza”, escribió el pintor Georges Braque.
Actuar no sólo cambia el mundo, sino también nos
cambia a nosotras (y nosotros). El ejercicio nos calienta de nuevo cuando hace
frío, y la acción nos hace sentir vivas y vivos. Es la única esperanza que
cuenta: la que nos permite mantenernos activos y lúcidos, y no la que nos
induce a esperar. También se fundamenta en la convicción de que la felicidad sique
existiendo en alguna parte y que regresará aquí.
Para Viktor Frankl: “el hombre es el ser que siempre
decide lo que es”, y que encuentra respuesta a las grandes preguntas vitales
sólo en la acción. Porque todos los seres humanos disponemos de esta fuerza
para crear, para transformar nuestro comportamiento, para concebir ideas desde
nosotros mismos que proyecten un cambio. Los seres humanos poseemos integridad,
la cualidad de predicar con un ejemplo digno, “un atributo de la persona, como
ente dotado de dignidad por el solo hecho de serlo, esto es, como sujeto moral,
fin en sí mismo, investido con la capacidad para decidir responsablemente sobre
el propio comportamiento”, según la definición del Tribunal Supremo español. Ya
lo he ejemplificado en la persona de Seven Cullis-Suzuki y su inestimable
discurso ante los miembros de la ONU, y disfruto con que conozcas también a
otras personas que hacen gala de esta integridad.
Jim Merkel promueve la idea de la simplicidad radical
en la vida, que ha volcado en el estupendo libro Simplicidad radical, publicado por la Fundación Tierra. Aquí está
su testimonio:
“Mi
estrategia fue cambiar de pregunta. En lugar de ¿cómo puedo ganar más dinero?,
me pregunté ¿qué necesito? Ya no tengo estrés y tengo tiempo para hacer las
cosas que me gustan y estimular ideas creativas para proteger al planeta
intentando contribuir a un mundo más justo. Pero sobre todo soy libre.
Emprender una vida según criterios propios es una
habilidad que no nos han enseñado. Se cae con facilidad en la resbaladiza
cuesta del más allá de lo suficiente: tener demasiadas cosas que no contribuyen
a realizarnos, y demasiadas pocas que sí lo hacen. Hay un criterio interesante,
el de la integridad, inteligencia e independencia económica. La integridad
comporta que seamos responsables de todas las implicaciones del dinero que pasa
por nuestras manos. La inteligencia es saber gastar la energía vital con
sabiduría. Y la independencia económica significa que se ha ahorrado lo
suficiente para poder hace frente a los gastos mensuales a partir de las rentas
por intereses”.
Desde un campo bastante distinto, el director de
películas experimentales y documentales Godfrey Regio, habla de la importancia
de tomar decisiones responsables en el mundo actual. Él se ha pasado cuarenta
años creando filmes de contenido tecnológico-social que contribuyen al avance
de la calidad de vida y del pensamiento de las personas.
“Las cosas más difíciles de ver son las más próximas.
Los peces serán los últimos en conocer el agua, y los humanos, los últimos en
conocer lo cotidiano. Hay muchas cosas que asumimos y por eso no vemos. Vivimos en un mundo muy triste, un mundo
monstruoso. Millones de personas viven con menos dinero de lo que cuesta
alimentar a una vaca europea diariamente. Tratamos a los animales como cosas.
La guerra es el gemelo de la civilización.
Hay dos maneras de vivir: puedes imitar la vida que
te rodea, una vida de opresión, o puedes crear la vida. Para muchos, los
diplomas universitarios se convierten en certificados de muerte, porque nos
introducen en un mundo en el que tenemos que ganarnos la vida en lugar de
crearla. El valor último de este mundo globalizado es consumir la vida, más que
disfrutarla”.
En los mensajes de Seven Cullis-Suzuki, Jim Merkel y
Godfrey Regio observamos una clarísima conciencia de que todo lo que hacemos,
todo lo que emprendemos, afecta a los que comparten el planeta con nosotros, y
que es únicamente la integridad la cualidad que reforzará el cambio que
iniciemos, para nosotros y para el entorno.
Por esta razón tmbién sabemos que debemos exigirnos y
exigir integridad y, en consonancia con ella, otra virtud: la compasión.
Que penetre en nosotros el dolor ajeno nos convierte
en personas solidarias. El budismo, el judaísmo, el islamismo y el cristianismo
le otorgan una importancia capital, identificando la compasión o la
misericordia con la máxima demostración de la sabiduría y el pilar de la
justicia. Ser compasivos nos incita a ser más cuidadosos, a unirnos al dolor
común. Integridad y compasión, en estrecha cooperación, nos reportan el máximo
y verdadero beneficio, íntimo y social.
Sinceramente,
Alex
Fuente: Rovira, A. (2009). La buena Crisis. Qué entendemos por integridad. Carta 17. Madrid: Aguilar
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