UN CUENTO DE MILA ESCRIG
(Recientemente falleció nuestra compañera Mila Escrig, veterana voluntaria del Teléfono de la Esperanza de Valencia, después de una larga y penosa enfermedad, pero que ella llevó en todo momento de una manera positiva y ejemplar. En este relato en forma de cuento, escrito por ella misma, nos describe en forma de metáfora el proceso vivido por ella en el transcurso de su enfermedad, hasta alcanzar esa actitud de paz con la vida y serenidad con ella misma que que la caracterizaba.)
Érase una persona que se sentía feliz consigo misma, con su entorno y su familia. Disfrutaba con lo que hacía y de aquello que era su día a día.
De pronto un día notó dentro de ella una sensación extraña, como un bocado en su interior. Algo le había mordido. Era un Dragón. Había oído algo sobre él y sus consecuencias.
De repente llegó la oscuridad y cuando después de un tiempo despertó, no era la misma persona. Su cabeza no entendía qué había pasado.
Cuando empezó a serenarse aparecieron unos pájaros oscuros.
El primero, EL MIEDO, le produjo un terror intenso que le paralizaba la respiración y su corazón latía fuertemente.
Después llegó el segundo pájaro, LA RABIA, y la persona se preguntaba: ¿por qué a mí? ¡No es justo! ¿Qué mal he hecho? ¿Por qué este castigo?. Tenía rabia contra todos, contra sí mismo y contra el mundo en general.
Finalmente llegó el tercer pájaro, LA DESESPERACIÓN, y sus pensamientos eran: "Ya no soy nada, ni siquiera una persona", "¿Qué va a ser de mí?", "Seré una carga para mi familia".
Esta persona cada vez se iba hundiendo más y más en un pozo hondo, y al tocar fondo miró hacia arriba, y no le gustó lo que vio. Su Fe le había abandonado; su familia estaba hundida; y ella se sentía muy desgraciada. Y fue entonces, cuando estaba en lo más profundo del pozo, que vislumbró un rayo de luz y empezó a pensar qué hacer. No sabía qué camino tomar.
De pronto descubrió que su cuerpo estaba maltrecho, pero su espíritu y su alma seguían vivos. Sólo estaban debilitados por la lucha.
Con pocas fuerzas empezó el camino, y se fue dando cuenta que lo que había aprendido durante su vida le podía ayudar. También se dio cuenta que las preguntas que se hacía constantemente no tenían respuesta, y ésto debía aceptarlo.
Así, poco a poco, fue cambiando su actitud. Sus miedos seguían, pero ella los aceptaba porque era UN SER HUMANO.
Fue viendo en cada paso que daba que se sentía más segura y más tranquila.
Su Fe apareció un día.
Su familia estaba más tranquila, y esa oscuridad, que había tenido al principio, se convertía en una neblina.
Lentamente apareció en su vida un rayo de sol.
También se dio cuenta que no estaba sola, pués había personas que compartían sus miedos, y cuando llegó a esta conclusión, le encontró sentido a la vida, y sintió ese calor del sol en su interior.
Por entonces, llegó Navidad y disfrutó de su familia, de la sonrisa de los niños, de los amigos, de la vida misma.
El árbol de Navidad parecía más verde, sus luces más intensas, y ese Niño que había nacido, parecía que sonreía, pero ella pensó que la luz que sentía, se la daba su propia paz.
Este cuento no tiene final, porque el Dragón sigue dentro y parece dormido.
Ella no sabe cuando despertará; si es que algún día lo hace.
Piensa que no merece la pena sufrir por adelantado. Vive el día a día y nadie le puede quitar estos momentos felices, y poco a poco vuelve a ser ella misma.
Para terminar este cuento me gustaría compartir con vosotros estas tres ideas:
2.- Hay que preocuparse por lo que depende de uno mismo y aceptar lo que no puedes controlar.
3.- Procurar tener la fuerza de seguir luchando por la Vida.
......Y Mila continuó descansando en Paz el 28 de Septiembre de 2014
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