1.- ¿La elaboración del duelo es una línea recta ascendente?
No, mas bien es una línea quebrada, que progresa en zig-zag. Es decir, el proceso dinámico del duelo tiene –como decía un doliente– “sus días buenos y sus días malos”. Afortunadamente no somos robots que caminan siempre en la misma dirección sino también las experiencias presentes (un aniversario, el escuchar la música que le gustaba, etc.) nos pueden avanzar o retroceder en eso que he llamado “la adaptación creativa” en el duelo.
No, mas bien es una línea quebrada, que progresa en zig-zag. Es decir, el proceso dinámico del duelo tiene –como decía un doliente– “sus días buenos y sus días malos”. Afortunadamente no somos robots que caminan siempre en la misma dirección sino también las experiencias presentes (un aniversario, el escuchar la música que le gustaba, etc.) nos pueden avanzar o retroceder en eso que he llamado “la adaptación creativa” en el duelo.
2.- Otra gran pregunta es: ¿el duelo se cura?
La respuesta es clara y diáfana: no. Y esto es así porque el duelo no es una enfermedad y por lo tanto no podemos esperar que se pueda superar como una neumonía o una gastritis. En el proceso de elaboración del duelo lo que conseguimos es una “adaptación creativa” a la nueva situación. Es decir, de la misma manera que una herida es preciso que cure y por tanto desaparezca el dolor, pero puede persistir la cicatriz, así también ante el duelo podemos reorganizar nuestras vidas pero el vacío (la cicatriz) de la pérdida persiste.
La respuesta es clara y diáfana: no. Y esto es así porque el duelo no es una enfermedad y por lo tanto no podemos esperar que se pueda superar como una neumonía o una gastritis. En el proceso de elaboración del duelo lo que conseguimos es una “adaptación creativa” a la nueva situación. Es decir, de la misma manera que una herida es preciso que cure y por tanto desaparezca el dolor, pero puede persistir la cicatriz, así también ante el duelo podemos reorganizar nuestras vidas pero el vacío (la cicatriz) de la pérdida persiste.
En la vivencia de duelo podemos distinguir dos momentos en todo el proceso: uno, es preciso que el superviviente sea capaz de decir ADIOS a la persona querida, con lo que esto supone de desgarro, sentimientos encontrados, confusión, tristeza, etc. y otro momento es la capacidad de decir HOLA a su nueva situación: la soledad, el vacío, el reformular y resignificar las actividades cotidianas, etc. Lo decía una persona que había perdido a su marido después de cuarenta años de convivencia con su “más y sus menos”, “ahora lo que más me angustia es llegar a casa y saber que él no me está esperando”. Esto me recuerda una frase célebre del escritor Antonio Gala: “el hogar es el lugar donde alguien te espera”.
3.-En el duelo, ¿procede iniciar un tratamiento farmacológico?
En principio, hemos de recordar que el duelo, no es ninguna enfermedad, sino un proceso biológico inmerso en la propia naturaleza humana: nacemos, vivimos y morimos. El duelo es pues un proceso natural y comprensible tras la pérdida de una persona querida. La instauración de un tratamiento farmacológico, pues, dependerá del propio superviviente y de su capacidad para asumir la pérdida. Si le produce gran incapacidad para desarrollar su vida cotidiana o se suma a una vivencia depresiva anterior, posiblemente se pueda beneficiar de un tratamiento farmacológico, en caso contrario no será preciso.
En principio, hemos de recordar que el duelo, no es ninguna enfermedad, sino un proceso biológico inmerso en la propia naturaleza humana: nacemos, vivimos y morimos. El duelo es pues un proceso natural y comprensible tras la pérdida de una persona querida. La instauración de un tratamiento farmacológico, pues, dependerá del propio superviviente y de su capacidad para asumir la pérdida. Si le produce gran incapacidad para desarrollar su vida cotidiana o se suma a una vivencia depresiva anterior, posiblemente se pueda beneficiar de un tratamiento farmacológico, en caso contrario no será preciso.
4.-¿El tiempo lo cura todo?
Esto es un error. Lo que cura realmente es el esfuerzo personal que ponemos para ir aceptando la pérdida. El tiempo, pues, por sí mismo no cura (muchas personas llevan años y años instalados en su sufrimiento por la pérdida, lo que llamamos duelo crónico), lo que hace es que posibilita que el doliente pueda asimilar la pérdida, pero para ello es necesario un trabajo personal psicológico.
Esto es un error. Lo que cura realmente es el esfuerzo personal que ponemos para ir aceptando la pérdida. El tiempo, pues, por sí mismo no cura (muchas personas llevan años y años instalados en su sufrimiento por la pérdida, lo que llamamos duelo crónico), lo que hace es que posibilita que el doliente pueda asimilar la pérdida, pero para ello es necesario un trabajo personal psicológico.
Además debemos recordar que el duelo es una vivencia personal e intransferible y por tanto no hay dos duelos iguales, como no existen dos personas iguales. De aquí que el tiempo de elaboración también es propio: unos pueden tardar nueve meses (el tiempo que tardamos en nacer), pero otros seis y algunos dos o tres años.
ALEJANDRO ROCAMORA BONILLA
PSIQUIATRA-COFUNDADOR DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA
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