martes, 18 de noviembre de 2014

GRACIAS A LA VIDA QUE ME HA DADO LA CRISIS

“Para ser parte de la solución, tienes antes que asumir que eres parte del problema”

Stephen Covey


“Si realmente podemos entender el problema, la respuesta vendrá de este mismo, porque la respuesta no está separada del problema”.

Jiddu Krishnamurti


A todos mis amigos y amigas:


¿Cómo resistirse a las adversidades que nos impone la vida? ¿Cómo forjarse, a pesar de todo, felices y numerosos paréntesis, entre alegrías pasadas y alegrías venideras? Enfrentándose a ello, por medio de la acción pertinente. “La acción es una sucesión de actos desesperados que permite lograr esperanza”, escribió el pintor Georges Braque.

Actuar no sólo cambia el mundo, sino también nos cambia a nosotras (y nosotros). El ejercicio nos calienta de nuevo cuando hace frío, y la acción nos hace sentir vivas y vivos. Es la única esperanza que cuenta: la que nos permite mantenernos activos y lúcidos, y no la que nos induce a esperar. También se fundamenta en la convicción de que la felicidad sique existiendo en alguna parte y que regresará aquí.

Para Viktor Frankl: “el hombre es el ser que siempre decide lo que es”, y que encuentra respuesta a las grandes preguntas vitales sólo en la acción. Porque todos los seres humanos disponemos de esta fuerza para crear, para transformar nuestro comportamiento, para concebir ideas desde nosotros mismos que proyecten un cambio. Los seres humanos poseemos integridad, la cualidad de predicar con un ejemplo digno, “un atributo de la persona, como ente dotado de dignidad por el solo hecho de serlo, esto es, como sujeto moral, fin en sí mismo, investido con la capacidad para decidir responsablemente sobre el propio comportamiento”, según la definición del Tribunal Supremo español. Ya lo he ejemplificado en la persona de Seven Cullis-Suzuki y su inestimable discurso ante los miembros de la ONU, y disfruto con que conozcas también a otras personas que hacen gala de esta integridad.


Jim Merkel promueve la idea de la simplicidad radical en la vida, que ha volcado en el estupendo libro Simplicidad radical, publicado por la Fundación Tierra. Aquí está su testimonio:

“Mi estrategia fue cambiar de pregunta. En lugar de ¿cómo puedo ganar más dinero?, me pregunté ¿qué necesito? Ya no tengo estrés y tengo tiempo para hacer las cosas que me gustan y estimular ideas creativas para proteger al planeta intentando contribuir a un mundo más justo. Pero sobre todo soy libre.

Emprender una vida según criterios propios es una habilidad que no nos han enseñado. Se cae con facilidad en la resbaladiza cuesta del más allá de lo suficiente: tener demasiadas cosas que no contribuyen a realizarnos, y demasiadas pocas que sí lo hacen. Hay un criterio interesante, el de la integridad, inteligencia e independencia económica. La integridad comporta que seamos responsables de todas las implicaciones del dinero que pasa por nuestras manos. La inteligencia es saber gastar la energía vital con sabiduría. Y la independencia económica significa que se ha ahorrado lo suficiente para poder hace frente a los gastos mensuales a partir de las rentas por intereses”.


Desde un campo bastante distinto, el director de películas experimentales y documentales Godfrey Regio, habla de la importancia de tomar decisiones responsables en el mundo actual. Él se ha pasado cuarenta años creando filmes de contenido tecnológico-social que contribuyen al avance de la calidad de vida y del pensamiento de las personas.

“Las cosas más difíciles de ver son las más próximas. Los peces serán los últimos en conocer el agua, y los humanos, los últimos en conocer lo cotidiano. Hay muchas cosas que asumimos y por eso no vemos. Vivimos en un mundo muy triste, un mundo monstruoso. Millones de personas viven con menos dinero de lo que cuesta alimentar a una vaca europea diariamente. Tratamos a los animales como cosas. La guerra es el gemelo de la civilización.

Hay dos maneras de vivir: puedes imitar la vida que te rodea, una vida de opresión, o puedes crear la vida. Para muchos, los diplomas universitarios se convierten en certificados de muerte, porque nos introducen en un mundo en el que tenemos que ganarnos la vida en lugar de crearla. El valor último de este mundo globalizado es consumir la vida, más que disfrutarla”.

En los mensajes de Seven Cullis-Suzuki, Jim Merkel y Godfrey Regio observamos una clarísima conciencia de que todo lo que hacemos, todo lo que emprendemos, afecta a los que comparten el planeta con nosotros, y que es únicamente la integridad la cualidad que reforzará el cambio que iniciemos, para nosotros y para el entorno.

Por esta razón tmbién sabemos que debemos exigirnos y exigir integridad y, en consonancia con ella, otra virtud: la compasión.

Que penetre en nosotros el dolor ajeno nos convierte en personas solidarias. El budismo, el judaísmo, el islamismo y el cristianismo le otorgan una importancia capital, identificando la compasión o la misericordia con la máxima demostración de la sabiduría y el pilar de la justicia. Ser compasivos nos incita a ser más cuidadosos, a unirnos al dolor común. Integridad y compasión, en estrecha cooperación, nos reportan el máximo y verdadero beneficio, íntimo y social.

Sinceramente,
Alex


Fuente: Rovira, A. (2009). La buena Crisis. Qué entendemos por integridad. Carta 17. Madrid: Aguilar


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