lunes, 9 de marzo de 2015

EL EXHIBICIONISMO PSICOLÓGICO

Todos los días la televisión, la prensa rosa y algunos programas de radio ponen de manifiesto con que facilidad se quebranta la barrera de la intimidad del famoso o famosillo. ¿Cuáles son las personalidades más proclives a este comportamiento? Veámoslo. 


Etimológicamente exhibicionismo significa mostrar, enseñar. En sentido estricto es una perversión sexual que consiste en mostrar los órganos genitales de forma impulsiva y gratuita; en sentido amplio, podemos afirmar que es el gusto por ser mirado y por esto el sujeto expone a la luz pública sus sentimientos más recónditos y los secretos más íntimos. Exhibirse, pues, es mostrar al mundo lo que piensas y lo que sientes, posiblemente además por el beneficio crematístico que eso supone, por el placer mismo de ser mirado y sin ninguna pretensión de cambio (una clara distinción con la relación terapéutica).

En este nivel de comunicación no se habla de acontecimientos, sino que hablo de mí: mis preocupaciones, mis deseos, mis agobios, mis miedos y también mis proyectos. Esto se puede hacer de forma privada (la relación terapéutica) o pública (en una tertulia de amigos o ante las cámaras de TV o en alguna revista de corazón). En este segundo supuesto es lo que podemos llamar el exhibicionismo psicológico

El paradigma de esta forma de comunicación son los “reality shows” donde para que estos se mantengan en un buen nivel de audiencia también debe haber espectadores que sientan placer por fisgonear al otro. Con otra clara diferencia: los interlocutores de estos programas televisivos no son terapeutas sino que más bien “juegan” a ser jueces o policías, con la única finalidad de aumentar la audiencia. 

Dos tipos de personalidades son proclives a este tipo de comunicación: las personalidades narcisistas y las personalidades histriónicas

El término narcisista en sentido coloquial se utiliza de forma peyorativa para indicar vanidad, presunción o egocentrismo. Desde el punto de vista psicológico podemos afirmar que la personalidad narcisista se siente superior a los demás, tiene una creencia exagerada de su propio valer y no obstante puede ser extremadamente sensible al fracaso. Y si éste se produce es fácil que responda con agresividad o con una depresión. Junto a esto, el narcisista necesita la admiración de los demás para poder seguir… existiendo. 

Todo ese comportamiento es pura fachada pues en realidad el narcisista parte de un concepto muy desvalorizador de sí mismo, que tiene que compensar con la admiración de los demás y por esto son manipuladores y egocéntricos en grado máximo. Los narcisistas están tan centrados en sí mismos que incluso las situaciones más trágicas o angustiosas de los demás, les parecen nimias comparadas con las suyas. A este respecto recuerdo el comentario de un paciente cuando se enteró que su vecina había fallecido: “comprendo el dolor Antonia (hija de la difunta) pues ha perdido a su madre, pero es que yo sufro mucho más por los dolores de la artritis”(?). El “yo más” es constante en sus vidas. 

Por otra parte, las personas histriónicas (histéricas) están preocupadas por llamar la atención y ser el centro de cualquier situación. Son superficiales, inestables emocionalmente y se dejan influenciar por cualquier persona. Además son muy seductoras, pero difícilmente se implican emocionalmente. Buscan la admiración de los demás, pero huyen de todo compromiso. Por esto los franceses a estas personas las llaman “las belles indifferences”. Su gran preocupación es su cuerpo y la imagen que dan a los demás. Lo podemos sintetizar con un dicho popular: “Quieren ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro”. 

Tanto para las personas con rasgos narcisísticos como histéricos los medios de comunicación son altavoces de sus demandas de admiración y cariño de los demás, aunque para ello tengan que renunciar a su privacidad y a exponerse constantemente a ser miradas. 

Escucha terapéutica y exhibicionismo psicológico: diferencias 
La escucha terapéutica lo importante es la persona en su totalidad. Freud puso el énfasis en el poder de la palabra, en la comunicación, como forma para llegar a un equilibrio que favorezca la salud psíquica del individuo. Su pensamiento queda reflejado en esta frase: “la ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tan eficaz como unas palabras bondadosas”. La curación a través de la palabra, podríamos sintetizar, fue el legado que nos dejó el padre del psicoanálisis. 

En los “reality shows” lo importante es lo que se cuenta, el relato en sí mismo, sin preocuparse por el sujeto que lo vive; el terapeuta es un ayudador, no altavoz de la miseria ajena, y mucho menos juez o policía de las vivencias contadas: la “escucha curativa” se realiza en la intimidad, alejados de los focos de la publicidad y propaganda; y por último, el terapeuta lo que pretende es intentar redefinir y reestructurar la situación del cliente, para que sea feliz, y no el sacar todos los trapos sucios del personaje, para que de esta manera se incremente la audiencia.

ALEJANDRO ROCAMORA BONILLA
Psiquiatra-Cofundador del Teléfono de la Esperanza

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