“La psicóloga
Ciara Molina afirma que pensar en positivo nos hace actuar en positivo, y al
revés”
El caso de la psicóloga
Ciara Molina es excepcional. Ella misma cuenta cómo fue la primera sorprendida
al ver el éxito de Psicologa Emocional en su perfil de Facebook. En él decidió
mostrar una cara de su profesión mucho más amable y cercana, «que intentase
llegar al corazón de las personas». Lo fue llenando de frases positivas,
canciones optimistas, debates abiertos, pinturas… y consiguió crear una especie
de consulta virtual donde todos participaban y se ayudaban los unos a los otros.
«Me dí cuenta de la gran necesidad que tiene la gente de expresar sus
sentimientos, e Internet resultaba un medio que, lejos de parecer frío,
facilitaba este contacto desde la salvaguarda del anonimato si así se requería»,
explica. La demanda fue tan grande, que se animó a probar intervenciones
terapéuticas a través de tres medios virtuales: correo electrónico, chat y
videoconferencia.
La evolución fue bastante
lenta al principio pero «había que perder el tiempo a esta nueva manera de
aplicar la psicología». Hoy puede decir que tiene más de un millón de
seguidores. «La gente tiene mucha necesidad de encontrar su equilibrio emocional
y la página es un medio de fácil acceso donde poder expresarse y aprender sobre
sí mismos», cuenta. Depresión, ansiedad, estrés… abundan entre las consultas
realizadas. «Como psicóloga estoy acostumbrada a paliar estas dolencias pero,
¿no sería más interesante prevenirlas?» se pregunta esta profesional. Esta misma
idea le ha llevado a escribir el libro «Emociones expresadas, emociones
superadas», donde pretende enseñar toda una serie de técnicas que ayuden a las
personas a gestionarse emocionalmente de una forma sana.
1. Pensamientos positivos o
negativos, tú eliges. Según Molina, «los pensamientos negativos generan una
enorme cantidad de malestar, y su manifestación común es la ansiedad». Los
positivos, en cambio, provocan todo lo contrario a nivel emocional. Así, con
afirmaciones positivas, lograremos modificar el pensamiento a través del uso del
lenguaje. Se trata, prosigue esta experta, «de que te creas lo que te dices, no
solo que te quedes con las palabras: “me quiero”, “me valoro”, “soy capaz”… Hay
que animarse a potenciar aquello que quieres atraer y tu pensamiento abrirá el
camino emocional que te ayudará a alcanzarlo», asegura.
2. Creando expectativas,
acumulando frustraciones. Tendemos a fijarnos demasiado en lo que consideramos
que nos hace falta, y esto nos dificulta poner atención en lo que somos,
sentimos y pensamos en nuestro día a día. No podemos saber lo que v a pasar de
aquí a cinco años, pero sí podemos gestionar adónde queremos llegar dando
pequeños pasos desde el hoy. «La mejor manera de no excedernos en nuestras
expectativas será establecer pocas y a corto plazo, al hacerlas alcanzables
ganaremos confianza», asegura Molina.
3. La actitud determina el
estado de ánimo. ¿Alguna vez has tenido la sensación de vivir un día pésimo
desde que te levantas hasta que te acuestas? o, por el contrario, ¿no te ha
pasado que de repente sientes que te comes el mundo y que todo lo que acontece a
tu alrededor parece estar en sincronía contigo? «Lo que determina uno u otro es
la actitud con la que nos enfrentamos a él», afirma esta psicóloga. «El mundo
según lo vemos no es más que un reflejo de nuestro estado interior: cuanto más
optimistas seamos a la hora de interpretar lo que nos pasa, mejor valoración
haremos de nosotros mismos (autoestima) y mejor adaptación al medio tendremos.
Por tanto, toda actitud positiva comienza por tener una autoestima
saludable».
4. Voluntad sin acción es
papel mojado. Cuando nos sentimos decaídos, lo primero que perdemos es la
voluntad. «Sabiendo que la voluntad es nuestra capacidad para decidir si
realizar un determinado acto o no, ¿por qué escoger quedarse en la oscuridad
pudiendo ver la luz?», se pregunta Molina. Para tener una buen a predisposición
a la acción voluntaria ella aconseja ser receptivo, priorizar los pasos,
visualizar positivamente aquello que queremos que suceda…
5. Salir de la zona de
confort, definiendo zona de confort como todo aquello que nos rodea y con lo que
nos sentimos cómodos. ¿Cómo salir de la zona de confort? Molina aconseja al
respecto explorar nuevos horizontes y dejar que la vida nos sorprenda. «Perder
el miedo a avanzar, a descubrir nuevos mundos y buscar oportunidades que nos
aporten nueva sabiduría. Cuando decidimos explorar más allá de los límites que
nos autoimpusimos empezamos a entrar en lo que se conoce como la “zona de
aprendizaje”».
6. Quiero, puedo, me lo
merezco. «Tenemos que tener claro que lo que nos define no son las opiniones
positivas que los demás puedan tener o las críticas a las que nos veamos
expuestos, sino la valoración que hacemos de nosotros mismos. Es decir, de la
autoestima», señala Molina.
7. Autoestima: camino al
bienestar. Para hacer que mejore, esta psicóloga recomienda que «nos aceptemos,
tengamos confianza plena en lo que hacemos, nos cuidemos a nosotros mismos,
seamos autosuficientes emocionales, aprendamos a poner límites, realicemos
autocrítica constructiva, sepamos que somos los únicos responsables de lo que
nos pasa, nos dediquemos un momento al día solo para nosotros, y apostemos por
el sentido del humor, entre otras muchas cosas que podemos hacer».
8. Aceptación, pero no
olvido. No se olvida, se supera, dice Molina. «Superamos relaciones, miedos,
malestares, frustaciones, pérdidas y heridas emocionales. Eso sí, el dolor es
inevitable, pero el sufrimiento es opcional y pensar constantemente en borrar
nuestros recuerdos negativos no hará más que hacerlos más conscientes», afirma.
Por eso para que un malestar se supere no podemos negar que exista, necesitamos
admitirlo para cambiarlo», añade.
9. Críticas, ¿constructivas
o destructivas? Lo que diferenciará que una crítica sea catalogada de
constructiva o destructiva será la intención con la que se dice, las palabras
que se escogen y la manera de decirla. «Pero por muy destructiva que sea la
crítica, si no se le da importancia, no se vivirá como una ofensa». «Asimismo,
cuando seamos nosotros los que formulemos la crítica, no debemos ser apresurados
a la hora de opinar, debemos dejar claro el aprecio, basarla en el respeto, y
expresarla en el momento adecuado… además de ser conscientes de que el otro
tiene derecho a réplica», recuerda.
10. La comunicación, por
último, como base del equilibrio emocional. Resulta imprescindible saber
comunicarnos, entendernos y comprendernos los unos a los otros. Una buena o mala
comunicación puede marcar la diferencia entre tener una vida feliz o tenerla
llena de problemas. Para que la comunicación sea efectiva y emocionalmente sana
partiremos de las siguientes premisas: Tendremos la actitud adecuada, nos
centraremos en un tema en concreto, escucharemos con atención, nos expresaremos
de forma clara y directa, diremos lo que pensamos y sentimos, aceptaremos la
opinión del otro, no daremos nada por supuesto, preguntaremos, y seremos
coherentes con lo que decimos y lo que expresamos de una manera no verbal.
Fuente: Carlota Fominaya en abc.es