martes, 31 de diciembre de 2013

AÑO 2013

Al acabar este año os proponemos un sencillo juego. Se trata de ABRIR y CERRAR la puerta, según a qué cosas, a qué situaciones o a quienes. Por eso las dos fotografías: una con la puerta cerrada a aquello que queremos eliminar. Otra con la puerta abierta a aquello que queremos abrir. Comenzamos desde aquí:




CIERRO LA PUERTA

- A no ser yo

-A imitar a otros

- Al qué dirán

- A dejarme llevar por la rabia

- A ocultar mis sentimientos

- A parecer lo que no soy ni quiero

- A creerme perfecto

…..




ABRO LA PUERTA

- A decir no cuando quiero decir no

- A llorar cuando quiero hacerlo

- A reconocerme débil

- A saber que soy valioso

-A reconocer que lo malo también pasa

….


Amigo internauta, te invitamos, a que Abras y Cierres tu puerta y a expresarlo en comentarios,si lo deseas.



lunes, 30 de diciembre de 2013

HISTORIAS DE DIVÁN (9)

Queridos/as amigos/as hoy publicamos otra "Historia de Diván". En este caso se aborda el tema de la Separación Afectiva, una de las situaciones, que no por ser común, resulta menos dolorosa para quién está pasando por ella. El Duelo Afectivo es un dolor inmenso en muchos casos, que sólo el tiempo y la voluntad de superarlo con sinceridad e inteligencia emocional nos dejará listos para seguir viviendo afectivamente en el futuro, con la riqueza de todo lo aprendido en el proceso. Este caso puede ser un buen ejemplo del abordaje terapéutico del problema. Que lo disfrutéis.

       

sábado, 28 de diciembre de 2013

¿QUÉ ES EL ÉXITO?

El éxito no siempre tiene que ver con lo que mucha gente ordinariamente se imagina.
No se debe a los títulos que tienes, sean de nobleza o académicos, ni a la sangre heredada o a la escuela donde estudiaste.
No se debe a las dimensiones de tu casa, a cuántos vehículos caben en tu cochera o si éstos son último modelo.
No se trata de si eres jefe o subordinado, si escalaste la siguiente posición en tu organización o estás en la ignorada base de la misma.
No se trata de si eres miembro prominente de clubes sociales o si sales en las páginas de los periódicos.
No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador, si hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces.
No es la tecnología que empleas, por brillante y avanzada que esta sea.
No se debe a la ropa que usas o si gozas de un tiempo compartido, si vas con regularidad a la frontera o sí después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu estatus para el espejo social.
No se trata de sí eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo, joven o viejo.


Eres una persona  de éxito :

SI cuidas, proteges y amas a los que quieres
Si te sientes feliz, cuando el otro es feliz, aunque no estés del todo de acuerdo en su decisión, lo respetas.
Si agradeces el servicio y atención que has recibido de un desconocido y además se lo haces saber.
Si agradeces que el sol salga cada mañana y tengas el don de vivir ese nuevo día.
Si aceptas que estás solo de paso y se te concede esta vida para comprender, aceptar y aprender amar cada día de tu vida.
Si aprendes a aceptar la adversidad y la pérdida de aquello a lo que te aferrabas y  creías eran los cimientos y base de tu vida.
Si entendiste cual es el camino que has de tomar…, donde mires el pasado como un sabio escultor que fue esculpiendo lo que eres hoy….
 Se debe a cuánta gente te sonríe, a cuánta gente amas y cuántos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu.

Se trata de si te recuerdan cuando te vas.
Se refiere a cuánta gente ayudas, a cuánta evitas dañar y si guardas o no rencor en tu corazón.
Se trata de si en tus triunfos incluiste siempre tus sueños.
De si no generaste tu éxito en la desdicha ajena y si tus logros no hieren a tus semejantes.
Es acerca de tu inclusión con los otros, no de tu control sobre los demás; de tu apertura hacia todos los demás y no de tu simulación para con ellos.
Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón; si fuiste egoísta o generoso, si amaste a la naturaleza y a los niños y te preocupaste por los ancianos.
Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta ajena.
No es acerca de cuantos te siguen, sino de cuantos realmente te aman.
No es acerca de transmitir todo, sino cuántos te creen, de si eres feliz o finges estarlo.
Se trata del equilibrio, de la justicia, del bien ser que conduce al bien tener y al bien estar.
Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más.

Se trata en definitiva de saber recibir y dar amor.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

LA ALEGRÍA DE LA NAVIDAD

La Navidad es un día de alegría en todo el mundo, sobre todo para aquellos que son creyentes, pero también para los que no siéndolo se impregnan del espíritu de Solidaridad y Buena Voluntad que inspiran estas fiestas tan entrañables. Hoy, desde el Teléfono de la Esperanza queremos felicitaros a todos en este día de Alegría compartida y sobre todo queremos recordar a todos aquellos que por una causa u otra lo puedan estar pasando mal en estos días.

Os queremos dejar aquí un pequeño regalo: una actuación del coro de la Catedral de Canterbury, donde interpretan canciones de "Gospel". 

Os hacemos notar que la chica que hace la voz solista es Adriana Alcaine (Audrey Foster), una chica valenciana, nieta de los colaboradores del Teléfono de la Esperanza de Valencia, Fina y Jaime.

Enhorabuena a la chica, porque tiene una voz espléndida, y a los abuelos por su nieta, y a todos vosotros Feliz Navidad, con alegría en el corazón.



martes, 24 de diciembre de 2013

EL TELÉFONO DE LA ESPERANZA DE VALENCIA LES DESEA FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO 2014

El equipo de voluntarios y voluntarias del Teléfono de la Esperanza de Valencia os deseamos a todos los seguidores de nuestro Blog, así como a todos nuestros amigos y amigas que paséis una Feliz Navidad, y también un próspero año 2014. Desde el Teléfono de la Esperanza somos conscientes de las enormes dificultades por las que muchas personas están pasando en estos momentos, atenazados por la crisis económica, también somos conscientes de que muchos de vosotros no estaréis atravesando buenos momentos por múltiples circunstancias que nos plantea la vida. Pero a pesar de todo insistimos en desearos unas Felices Navidades, pues la felicidad no está tan ligada a las cosas externas que nos pasan, sino que más bien es una actitud interior con la que nos enfrentamos a la vida y sus circunstancias. Si no existiera esa actitud interior tampoco existiría la Esperanza.

Convencidos de ello, todos los años los voluntarios y voluntarias del Teléfono de la Esperanza celebramos nuestro encuentro de Navidad, en un ambiente festivo y lleno de alegría, como podéis apreciar en las fotos. Este año no podía ser menos. Es una tradición por la que renovamos nuestro compromiso con la Esperanza y con la alegría de haber dado lo mejor de nosotros mismos a lo largo del año que termina. Porque dar es un motivo de alegría que deberíamos celebrar más a menudo. También es una muestra de gratitud por lo que hemos recibido a lo largo del año, bien en forma de éxitos personales o colectivos o por lo que hemos aprendido con nuestros posibles errores. 

Como en años anteriores el encuentro consistió en unas palabras de felicitación de nuestro Presidente, Ángel Madrid Soriano, que hizo también un balance del año que acaba. Posteriormente nuestro compañero Teo Martín pronunció una interesante conferencia sobre el tema "Volver a Empezar", dedicada a todas aquellas situaciones de la vida que nos obligan a empezar de nuevo, dando en el transcurso de la misma una serie de claves para afrontar los ciclos nuevos de la vida, que fueron seguidas con gran interés por todos los que asistimos.. Y después.... Villancicos, alegría, baile, confraternización, acompañados de una cena sencilla, pero que compartimos en un ambiente de solidaridad y compañerismo.

Gracias a todos los que hicieron posible esta velada inolvidable: a cada uno de los voluntarios, a Ángel, con sus siempre oportunas palabras, a Teo, por hacernos pensar por dentro, a Chimo, por hacernos bailar por fuera, a Juan Carlos, por sus estadísticas y a los que no pudieron estar por exigencias de la vida, a los que echamos de menos y tuvimos presente.

Como decimos este año en nuestra tarjeta de felicitación navideña, en el Teléfono de la Esperanza "Todos los días es Navidad, porque cada día nace en él la Esperanza". Sin ella no sería posible mantener la alegría el resto de los 365 días del año para seguir ayudando a tanta gente que sufre.

        
FELIZ NAVIDAD Y UN PROSPERO Y SOLIDARIO  AÑO 2014

jueves, 19 de diciembre de 2013

LA FÁBULA DEL PUERCOESPÍN

Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío. Los puercoespín dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados. Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro. De esta forma pudieron sobrevivir.

Así, pues, en la relación con los demás podemos “pecar” de dos maneras: porque nos aproximamos tanto al otro que prácticamente nos fusionamos con él, o porque nos alejamos tanto que vivimos como si estuviéramos solos. En el primer caso, a la larga se produce gran malestar y sufrimiento, pues la proximidad ahoga. Es lo que ocurre en los “vinculos dependientes” donde no se respetan los límites, por ejemplo, de los padres ni de los hijos. En el segundo supuesto, el malestar se produce por la lejanía afectiva y emocional que provoca el aislamiento del sujeto. Se teme tanto que el “otro” me haga daño que se provoca un distanciamiento defensivo, que a la larga también es dañino, para ambos.

La moraleja de esta historia es simple: la mejor relación no es aquella que se produce una fusión con el otro, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades, y a mantener una “distancia amorosa”. De esta forma, tenemos en cuenta las “espinas” propias y ajenas (las deficiencias de los demás y nuestros propios límites). Así, las familias que mejor funcionan son aquellas que saben mantener una distancia equidistante de los demás: ni demasiado cerca (para no pincharse), ni demasiado lejos (que no produzcan calor unos con otros). Fue lo que hicieron los puercoespín y por esto sobrevivieron.

ALEJANDRO ROCAMORA BONILLA
Psiquiatra.Cofundador del Teléfono de la Esperanza

miércoles, 18 de diciembre de 2013

SÉ AMIGO DE TÍ MISMO

Esta frase era lo que le decía a su discípulo el maestro en un cuento de Antony de Mello, y posteriormente el título de un maravilloso Manual de Autoestima del jesuita valenciano, José Vicente Bonet. ¡Qué bien define el ideal de Autoestima! En este artículo te presentamos algunos aspectos que te ayuden a ser amigo/a de tí mismo/a. 

¿Cuáles son los síntomas de una Autoestima baja? 

1. Autocritica rigorista 
2. Hipersensibilidad a la crítica 
3. Indecisión crónica 
4. Deseo excesivo de complacer 
5. Perfeccionismo 
6. Culpabilidad neurótica 
7. Hostilidad flotante 
8. Actitud supercrítica 
9. Tendencias depresivas 

¿Cuáles son los pasos para alcanzar una autoestima sana? 

Conocimiento de sí mismo. 

El primer paso hacia la autoestima es el autoconocimiento. Esto supone entrar dentro de sí mismo y contemplar todos los elementos que integran el propio yo. Sobre todo, si se trata de conocer el mundo interior: las ideas, opiniones y convicciones; los sentimientos que afloran; las manifestaciones del carácter y temperamento; la escala de valores; los ideales que inspiran nuestras opciones y actos. 

La persona que no se autoconoce se engaña de dos maneras: teniendo una autoimagen negativa o aparentando una autoimagen ‘’idealizada’’ que no corresponde con la realidad. Quien tiene una autoimagen negativa tendrá sentimientos de inferioridad; y quien tiene una autoimagen ‘’idealizada’’ manifestara sentimientos de superioridad. 

Aceptación de sí mismo.

Desafortunadamente existen individuos que no aceptan un defecto físico en su cuerpo, ser bajos de estatura o gordos, el vivir en ‘’x’’ lugar o el pertenecer a ‘’x’’ familia. Podemos constatar, con cierta facilidad, que muchos de los traumas de las personas vienen por no aceptarse tal como son. 

El segundo paso de la autoestima es, precisamente, la autoaceptación. Aceptarse a sí mismo significa reconocer serenamente tanto las habilidades y capacidades personales como las limitaciones, debilidades, errores y fracasos que el individuo tiene. 

La persona que sabe aceptarse tiene una actitud comprensiva hacia sí misma y se siente en paz, no en guerra, con su cuerpo, con su familia, con el lugar donde vive. Quien sabe aceptarse, sabe valorarse y respetarse. El que no se acepta a sí mismo fácilmente se autodevalúa, se autodesprecia y se autorrechaza. 

Es necesario aclara que aceptarse no es lo mismo que autoadularse, ni menos aún conformarse con los defectos y limitaciones. Uno de los signos de la madurez humana es la capacidad de reconocer los errores que cometemos y las deficiencias que padecemos. Aceptar nuestras limitaciones es el camino más rápido para superarlas.

Confianza en sí mismo. 

El ultimo paso de la autoestima es la autoconfianza. La persona que tiene una autoestima alta es aquella que tiene seguridad en sí misma, cree profundamente en sus capacidades personales, sabe afrontar el riesgo y no se deja acobardar por los fracasos o dificultades. 


En el teléfono de la esperanza de Valencia continuamente estamos desarrollando Talleres de Autoestima para ayudar a todas aquellas personas que intentan alcanzar estos objetivos. Los próximos comenzarán el 14 y 15 de Enero de 2014, respectivamente. Infórmate a través de este enlace de los mismos:


martes, 17 de diciembre de 2013

HISTORIAS DE DIVÁN (8)

Queridos/as amigos/as os presentamos un nuevo Capítulo de "Historias de Diván". Aunque la mayor parte de los capítulos son independientes unos de otros, en este caso, este capítulo está relacionado con el anterior, por lo que recomendamos ver ambos juntos (7y 8). Es el caso de una mujer maltratada.... Esperamos que os gusten, como los anteriores.


lunes, 16 de diciembre de 2013

Aprendiendo a Madurar


William Shakespeare dejó escrito que no hay otro camino para la madurez que aprender a soportar los golpes de la vida. Observamos con asombro el misterio del dolor y de la muerte. Constatamos defectos y limitaciones en los demás y lo constatamos igualmente cada día en nosotros mismos.


Los golpes de la vida 
Las experiencias dolorosas pueden ir haciendo crecer nuestra madurez interior. La clave está en saber aprovechar esos golpes, saber sacar todo el oculto valor que encierra aquello que nos contraría, lograr que nos mejore aquello que a otros les desalienta y les hunde.

¿Y por qué lo que a unos les hunde, a otros les madura y les hace crecer? Depende de cómo se reciban esos reveses. Si no se medita sobre ellos, o se medita sin acierto, sin saber abordarlo bien, se pierden excelentes ocasiones para madurar, o incluso se produce el efecto contrario. La falta de conocimiento propio, la irreflexión, el victimismo, la rebeldía inútil, hacen que esos golpes duelan más, que nos llenen de malas experiencias y de muy pocas enseñanzas.

La experiencia de la vida sirve de bien poco si no se sabe aprovechar. El simple transcurso de los años no siempre aporta, por sí solo, madurez personal. Es cierto que la madurez se va formando de modo casi imperceptible en una persona, pero es algo que se alcanza siempre gracias a un proceso de educación y de autoeducación, que hay que plantear bien.

La educación que se recibe en la familia, por ejemplo, es sin duda decisiva para madurar. Los padres no pueden estar siempre detrás de lo que hacen sus hijos, protegiéndoles o aconsejándoles a cada minuto. Han de estar cercanos, es cierto, pero el hijo ha de aprender a enfrentarse a solas con la realidad, ha de aprender a darse cuenta de que la frustración de un deseo intenso, la deslealtad de un amigo, la tristeza ante las limitaciones o defectos propios o ajenos..., son realidades que cada uno ha de aprender poco a poco a superar por sí mismo.

Por mucho que alguien te ayude, al final siempre es uno mismo quien ha de asumir el dolor que siente, y poner el esfuerzo necesario para superar esa frustración.

Saber encajar los golpes de la vida no significa ser insensible. Tiene que ver más con aprender a no pedir a la vida más de lo que puede dar, aunque sin caer en un conformismo mediocre; con aprender a respetar y estimar lo que a otros les diferencia de nosotros, pero manteniendo unas convicciones y unos principios claros; con ser pacientes y saber ceder, pero sin hacer dejación de derechos ni abdicar de la propia personalidad.

Hemos de aprender a tener paciencia. Vivir sabiendo que todo lo grande es fru­to de un esfuerzo continuado, que cuesta y necesita tiempo. Paciencia con nosotros mismos, lo cual es decisivo para la propia maduración, y tener paciencia con todos, sobre todo con los que tenemos más cerca. Por la paciencia el hombre se hace dueño de sí mismo, aprende a robustecerse en medio de las adversidades. La paciencia otorga paz y serenidad interior.

Hace al hombre capaz de ver la realidad con visión de futuro. Le hace mirar por sobreelevación los acontecimientos, que toman así una nueva perspectiva.

El control de la ira 
Cuando alguien recibe un agravio, si es persona poco capaz de controlarse, es fácil que eso le parezca de lo más ofensivo, pues su memoria y su imaginación avivan dentro de él un gran fuego porque da vueltas y más vueltas a lo sucedido. La pasión de la ira tiene una enorme fuerza destructora. La ira es causa de muchas tragedias irreparables. Son muchas las personas que por un instante de cólera han arruinado un proyecto, una amistad, una familia. Por eso conviene que, antes de que el incendio tome cuerpo, extingamos las brasas de la irritación sin dar tiempo a que se propague el fuego.

La ira es como un animal impetuoso que hemos de tener bien asido de las bridas. Si cada uno recordamos alguna ocasión en que, sintiendo un impulso de cólera, nos hayamos refrenado, y otro momento en que nos hayamos dejado arrastrar por ella, comparando ambos episodios podremos fácilmente sacar conclusiones interesantes.

Basta pensar en cómo nos hemos sentido después de haber dominado la ira y cómo nos hemos sentido si nos ha dominado ella. Cuando sucede esto último, experimentamos enseguida pesadumbre y vergüenza, aunque nadie nos dirija ningún reproche. Basta contemplar serenamente en otros un arrebato de ira para captar un poco de la torpeza que supone. Una persona dominada por el enfado está como obcecada y ebria por el furor. Cuando la ira se revuelve y agita a un hombre, es difícil que sus actos estén orientados por la razón. Y cuando esa persona vuelve en sí, se atormenta de nuevo recordando lo que hizo, el daño que produjo, el espectáculo que dio, y se siente profundamente avergonzada.

La ira suele tener como desencadenante una frustración provocada por el bloqueo de deseos o expectativas, que son defraudados por la acción de otra persona, cuya actitud percibimos como agresiva. Es cierto que podemos irritarnos por cualquier cosa, pero la verdadera ira se siente ante acciones en las que apreciamos una hostilidad voluntaria de otra persona. El estado físico y afectivo en que nos encontremos influye en esto de forma importante. Es bien conocido cómo el alcohol predispone a la furia, igual que el cansancio, o cualquier tipo de excitación. También los ruidos fuertes o continuos, la prisa, las situaciones muy repetitivas, pueden producir enfado o ira. Cuando se acumulan varios de esos sumandos, uno puede estar furioso y no saber bien porqué.

¿Y por qué unas personas son tan sociables, ríen y bromean, y otras son malhumoradas, hurañas y tristes; unas son irritables, violentas e iracundas, mientras que otras son indolentes, irresolutas y apocadas? Sin duda hay razones biológicas, pero que han sido completadas, aumentadas o amortiguadas por la educación y el aprendizaje personal; también la ira o la calma se aprenden.

Muchas personas mantienen una conducta o una actitud agresiva porque les parece encontrar en ella una fuente de orgullo personal. En las culturas agresivas, los individuos suelen estar orgullosos de sus estallidos de violencia, pues piensan que les proporcionan autoridad y reconocimiento. Es una lástima que en algunos ambientes se valoren tanto esos modelos agresivos, que confunden la capacidad para superar obstáculos con la absurda necesidad de maltratar a los demás.

Las conductas agresivas se aprenden, a veces, por recompensa. Lamentablemente, en muchos casos sucede que las conductas agresivas resultan premiadas. Por ejemplo, un niño advierte enseguida si llorar, patalear o enfadarse son medios eficaces para conseguir lo que se propone; y si eso se repite de modo habitual, es indudable que para esa chica o ese chico será realmente difícil el aprendizaje del dominio de la ira, y está claro que, educándole así, se le hace un daño grande.

Jugar en equipo 
Si a cualquiera nos preguntaran cuáles han sido las experiencias más enriquecedoras de nuestra vida, las que mejor conservamos en la memoria y recordamos con mayor satisfacción, casi siempre nos referiremos a vivencias personales dentro de un conjunto de personas a las que apreciamos. Quizá sea la familia, o un equipo de trabajo, o un grupo de personas dentro de un determinado ámbito cultural, o de un deporte, o de lo que sea.

Saber compartir, hacer equipo, sentirse unido a otras personas, es siempre gratificante, y también de ordinario un buen acicate para esforzarse, para mejorar. La presencia de otros nos inspira y estimula a un nivel quizá difícilmente accesible para nosotros si fuéramos en solitario. De los demás aprendemos muchas cosas que nos enriquecen enormemente, y por ayudarles, a veces nos sorprendemos haciendo cosas que quizá incluso no haríamos ni por nosotros mismos.

Los demás son un elemento decisivo en nuestra mejora personal. Es cierto que la fuerza para cambiar depende en gran parte de uno mismo. Pero también sabemos que las personas que nos rodean pueden ayudarnos o estorbarnos mucho en ese camino. La capacidad para cambiar se ve reforzada cuando sabemos convivir con los demás, cuando sabemos trabajar en equipo, cuando logramos estar cercanos a las personas que componen nuestro entorno.

También hay que saber elegir equipo. Como recuerda el dicho popular, la ley más universal es la ley de la gravedad, que tiende a llevarnos hacia abajo, y nos hace abandonar muchos retos que deberíamos plantearnos. Si sabemos rodearnos de personas positivas, con deseos de mejorar, con ilusión por hacer rendir sus talentos en servicio a los demás, entonces nos veremos nosotros mismos mucho más estimulados. Si logramos jugar en un equipo así, eso es extremadamente valioso. Por eso es vital rodearse de gente que nos lleve a ser una persona mejor cada día.

La felicidad y el acierto en el vivir no dependen de lo que tenemos, sino más bien de lo que somos, de cómo vivimos. Y lo que hacemos con lo que tenemos, determina en gran medida cómo vivimos, hasta en detalles mínimos. Por ejemplo, si somos generosos con una persona que ha hecho bien su trabajo, y le tratamos como merece, eso nos hace mejores, a nosotros y a él. Y esto es aplicable a casi todo.

Deberíamos hacer una reflexión personal sobre esto. ¿Y si hiciera el propósito de agradecer siempre cualquier favor que recibo, o cualquier servicio que me hagan, por pequeño que sea? ¿Y si dedicara más tiempo a hacer la vida agradable a quienes me rodean? ¿Y si llamara de vez en cuando a mis amigos y familiares, sin necesidad de grandes motivos, aunque sólo sea para interesarme por ellos? ¿Y si hiciera el propósito de hacer un donativo, aunque sea modesto, a la medida de mis posibilidades, cuando tenga noticia de un proyecto interesante? Es un estilo de vida. No es cuestión de tener mucho tiempo ni mucho dinero. Es cuestión de cómo administro lo que tengo, sea poco o sea mucho; de decidir con acierto a qué dedico mi tiempo y mis recursos; de no dejarme llevar por la rutina, sino procurar poner en mi vida un poco más de ingenio y de reflexión.

Todo esto puede parecer poca cosa, pero es importante. Cualquier pequeño detalle tiene un efecto positivo sobre nosotros mismos y sobre los demás. Y un conjunto de pequeños detalles puede cambiar por completo el ambiente de una familia, una oficina, un lugar de descanso, un grupo de amigos, un noviazgo o un proyecto cultural. Proponerse ese reto con ilusión es algo que siempre vale la pena.

Fuente: Alfonso Agulló. www.sontushijos.org

domingo, 15 de diciembre de 2013

Endorfinas, las moléculas de la felicidad.

Las endorfinas (del inglés endogenous morphine) son péptidos opioides endógenos que funcionan como neurotransmisores. Son producidas por la glándula pituitaria y el hipotálamo en vertebrados durante el ejercicio, la excitación, el dolor, el consumo de alimentos picantes o el consumo de chocolale, por ejemplo, el enamoramiento y el orgasmo, y son similares a los opiáceos en su efecto analgésico y de sensación de bienestar. 
La endorfinas podrían llamarse las moléculas de la felicidad, porque son las que permiten a las personas disfrutar de la vida, sentirse deleitados por muchas cosas y resurgir con facilidad de las crisis personales sin demasiadas cicatrices emocionales.
Piensa en algo que verdaderamente adores y cuando ese pensamiento haga surgir una sonrisa en tu cara sabrás lo que son las endorfinas.
Los nervios de la piel pueden liberar endorfinas, por eso los masajes suaves, las caricias, una ducha caliente o tomar el sol te ayudan a sentirte mejor, así como los abrazos, las palabras amables, o incluso acariciar a tu perro o gato.

Síntomas que indican un nivel bajo de endorfinas
Si te cuesta disfrutar de la vida, encontrar placer en tu día a día y sentirte feliz, o notas que incluso las buenas noticias solo te dan una alegría momentánea o de baja intensidad, es posible que tus niveles de endorfinas sean bajos.
De hecho, si priváramos por completo a una persona de endorfinas, no sentiría placer por nada, ni por la comida, ni el sexo, ni las actividades placenteras, el alcohol o las drogas; ni siquiera al ver a la gente que ama.
Las personas con pocas endorfinas son especialmente sensibles, se ven muy afectadas por los reveses de la vida, las decepciones o los traumas y no pueden superarlos fácilmente, sino que se ven atrapadas por ellos durante mucho tiempo. Son personas que lloran con frecuencia porque se sienten desbordadas fácilmente. Se sienten tristes a menudo o tienen periodos de tristeza que aparecen sin motivo aparente. Los golpes de la vida resultan tremendamente dolorosos cuando no tienes suficientes endorfinas para afrontarlos y superarlos con rapidez.
Las personas con niveles bajos de endorfinas suelen evitar la intimidad o la confrontación porque temen el dolor que tanto les afecta y no es raro que busquen alivio en alimentos como el chocolate, o en el alcohol, las drogas, o ciertas actividades como el sexo, pues todo eso tiende a aumentar momentáneamente sus niveles de endorfinas.
Actividades como la meditación y correr ayudan a aumentar los niveles de endorfinas de un modo más sano. Y si haces puenting (bungee jumping) tus niveles de endorfinas pueden aumentar hasta un 200 %.

¿Por qué pueden estar demasiado bajos los niveles de endorfinas?
La alimentación ejerce una influencia fundamental. Por ejemplo, si no ingieres suficientes proteínas, no dispondrás de suficientes aminoácidos para producir las endorfinas.
A veces se debe a motivos genéticos, de manera que no es raro encontrar personas similares en tu familia. En otras ocasiones, el estrés excesivo y prolongado puede haber mermado tus reservas de endorfinas. Las personas utilizan sus endorfinas cada vez que se sienten abatidas, asustadas, heridas, enfermas o incluso si eres un deportista profesional que hace demasiado ejercicio. Durante una crisis especialmente intensa, las endorfinas pueden subir tanto que te impiden sentir el dolor y son las que te ayudan a calmarte tras una experiencia negativa.
Tras un suceso traumático, como la pérdida de un ser querido, los niveles de endorfinas suben y permanecen elevados durante un tiempo que varía de una persona a otra. Durante esa fase inicial no sientes del todo el dolor de lo sucedido. Tras un tiempo, los niveles de endorfinas bajan; para entonces, la persona está ya más preparada para afrontar el dolor de la pérdida, aunque aún con un nivel de endorfinas suficiente como para acabar recuperándose. Sin embargo, cuando una persona tiene niveles bajos de endorfinas, siente un dolor emocional (o físico) mucho más intenso y le cuesta mucho más recuperarse sin este "anestésico emocional" natural que son las endorfinas.

Como aumentar tus niveles de endorfinas
Un buen modo de aumentar tus niveles de endorfinas consiste en tomar suplementos de DLPA. Se trata de una combinación de las formas D y L del aminoácido fenilalanina. Lo puedes encontrar en herbolarios y actúa con gran rapidez. La fenilalanina está implicada en la producción de endorfinas. Aumenta los niveles de energía, disminuye la depresión o tristeza, amplifica la sensación de placer y felicidad y te hace más resistente ante la adversidad.
Una investigación mostró cómo los niveles de endorfinas se multiplicaron por tres 90 minutos después de tomar una dosis de DLPA y permanecieron así durante 6 días.

Fuentes alimenticias
La fenilalanina, como el resto de los aminoácidos, se encuentra en alimentos ricos en proteínas como la carne, huevos, pollo, pavo, pescado, o requesón. Tomar vegetales y grasas también es importante para disponer de los nutrientes necesarios para sintetizar las endorfinas. Las grasas estimulan la liberación de endorfinas, de manera que debes tener cuidado con las dietas bajas en grasas. Por otra parte, las dietas vegetarianas pueden ser pobres en aminoácidos.




Fuentes: Ana MuñozAbout.com Motivación 

viernes, 13 de diciembre de 2013

Decálogo para una buena Comunicación

La comunicación es una de las principales y más útiles herramientas con las que contamos hoy en día para relacionarnos con los demás en los distintos aspectos de nuestra vida. Tener una comunicación sana es una auténtica bendición para el que intenta comunicarse y todo su entorno. En su último libro el periodista Manuel Campo Vidal titulado ¿Por qué los españoles comunicamos tan mal?, de Plaza &
Janés, se incluye un excepcional decálogo de la buena comunicación, que hemos querido recoger en nuestro Blog, sobre todo para todos aquellos que hacen de la comunicación un instrumento de trabajo, pero también para todos aquellos que nos debemos comunicar en el día a día de nuestras vidas. 

1. Vencer el miedo escénico: la manera más fácil para vencer el miedo escénico es practicar y practicar. La preparación, hasta de la improvisación, es fundamental. Y después, hablar con naturalidad.

2. Comunicar los mensajes con eficacia: construir mensajes comprensibles es la base de una buena comunicación. El mejor consejo es ser claros y precisos. Estructurar bien los mensajes y las oraciones. Puede comenzar con una frase atractiva que anuncie una intervención interesante, que motive curiosidad y después jugar con las reiteraciones. Si se habla para la tele es preciso tener claro el mensaje y repetirlo. Memorizar las frases y soltarlas en el discurso. Hay que hablar bien y decir cosas que atraigan el interés del público o de los informadores. Y las cosas hay que decirlas a su hora si quiere que tengan repercusión mediática, teniendo en cuenta la agenda de los medios y sus horarios de producción.

3. El valor del silencio: el silencio y las pausas tienen un gran valor comunicativo y un gran efecto ante el público. Hay que hacer pausas, destacando con silencio previo los mensajes importantes.

4. Con Power Point o sin él: si se decide acompañar el discurso con un power point o soporte similar nunca debe leer la presentación; el público ya la puede leer por si mismo. El material audiovisual tiene como objetivo amenizar la exposición. No se puede depender de la presentación ni estar pendiente de ella. Eso si, el discurso y la pantalla tienen que estar siempre coordinados. El material audiovisual es simplemente un apoyo al discurso.

5. El uso de la voz: vocalizar bien es muy importante, es necesario entonar mínimamente, cambiar de tono y de ritmo. Evitar carraspeos, tics y repeticiones. Hablar con convicción, energía y con una actitud positiva. Utilizar la voz como una herramienta de capacitación de la atención jugando con el volumen (hablar alto y claro para que todos puedan escuchar sin esfuerzo), cambiar de velocidad, cuidar la entonación y hacer las pausas precisas. 

6. Comunicación no verbal: los gestos, el movimiento de las manos y del cuerpo deben ir acorde con el mensaje. Totalmente obligatorio mirar al auditorio. Cuidar la ropa, el envoltorio, teniendo en cuenta el público, el escenario y el momento del día. Si se desea seducir a la cámara es totalmente recomendable recibir una asesoría de imagen. Antes de abrir la boca para iniciar una conversación, una declaración o un discurso, ya estamos ofreciendo datos sobre nuestra personalidad, sobre nuestra forma de ser e incluso pistas sobre la coherencia que observamos en nuestra vida. La forma de vestir constituye ante todo un mensaje. Pero también la actitud y la postura de las personas informa ampliamente, así como la higiene o la forma de caminar o de sentarse.

7. El público objetivo: adaptar el mensaje al público objetivo es muy importante. Acercarse, salir del atril y pasearse por el escenario da sensación de cercanía y reclama la atención del oyente. Es conveniente usar trucos para captar la escucha del público, para que el auditorio preste atención. Puede salpicar el discurso con anécdotas y con preguntas al público que le hagan meditar sobre alguna cuestión en concreto. Hay que hablar de modo distinto y con diferentes lenguajes a auditorios dispares. Un error muy extendido es desdeñar el interés del auditorio y no saber modificar el discurso previamente escrito para ajustarlo a la medida del público. Trate de sintonizar con el ambiente y no construya su intervención como una cláusula cerrada. Si ya está escrita introduzca referencias a lo que se ha dicho anteriormente. Apoye el inicio de su argumentación con frases como “a propósito de lo que ha dicho antes mi colega”, o “me van a permitir que discrepe de lo expuesto aquí”. Hay que conectar emocionalmente con el auditorio. El humor lo permite, así como la referencia a una expresión tradicional, a un refrán, o a la simple cita de un ser anónimo, un amigo o un familiar. 

8. Controlar el tiempo y el espacio: evitar los discursos interminables. Antes de hablar mire el reloj, piense en el reloj de los que le están escuchando. También es necesario conocer bien dónde se va a hablar: si se cuenta con equipos audiovisuales, si el público está sentado, de pie, cómo es el estrado y qué posibilidades tiene.

9. Crisis: callar por sistema es un error. Hay que saber manejar los silencios pero también lanzar mensajes claros. No ser prepotente y tener un plan de crisis previsto. La globalización y la dialéctica global-local pasan factura. Hay que tener en cuenta que unas declaraciones pueden dar la vuelta al mundo en cuestión de minutos.

10. Elaborar un buen discurso: la escritura de un buen discurso es básica para el éxito. No abusar de las citas ni de las cifras. Tiene que tener una continuidad y unos sólidos fundamentos de posicionamiento bien argumentados. Es necesario planificar un buen discurso y sobre todo tener claro la finalidad: informar, convencer, provocar…definir cuáles son principales y cuáles secundarias e hilarlas con buen sentido. Para finalizar, recalcar el mensaje principal, la idea que desea grabar en la mente del público de una forma concreta y directa. Se puede cerrar con una anécdota, con un resumen o unas conclusiones sobre lo expuesto. 

El Teléfono de la Esperanza de Valencia, consciente de la importancia de la comunicación en nuestras vidas organiza un Curso titulado "El arte de comunicarse bien", dirigido a todas aquellas personas interesadas en aprender a comunicarse de una forma más efectiva. A través del enlace que figura al final de este artículo puedes informarte del mismo y rellenar tu boletín de inscripción. Se realizará del 17 al 19 de Enero, en los locales de nuestra sede.

martes, 10 de diciembre de 2013

LA FÁBULA DEL "ÁGUILA Y LA GALLINA"

Era una vez un campesino que fue al bosque cercano a atrapar algún pájaro con el fin de tenerlo cautivo en su casa. Consiguió atrapar un aguilucho. Lo colocó en el gallinero junto a las gallinas. Creció como una gallina. 

Después de cinco años, ese hombre recibió en su casa la visita de un naturalista. Al pasar por el jardín, dice el naturalista: “Ese pájaro que está ahí, no es una gallina.

Es un águila”. “De hecho, dijo el hombre, es un águila. Pero yo la crié como gallina. Ya no es un águila. Es una gallina como las otras”. 

“No, respondió el naturalista, es y será siempre un águila. Pues tiene el corazón de un águila. Este corazón la hará un día volar a las alturas”. 

“No, insistió el campesino, ya se volvió gallina y jamás volará como águila”. 

Entonces, decidieron, hacer una prueba. El naturalista tomó al águila, la elevó muy alto y, desafiándola, dijo: “Ya que de hecho eres un águila, ya que tú perteneces al cielo y no a la tierra, entonces, abre tus alas y vuela”. El águila se quedó, fija sobre el brazo extendido del naturalista. Miraba distraídamente a su alrededor. Vio a las gallinas allá abajo, comiendo granos. Y saltó junto a ellas. 

El campesino comentó. “Yo lo dije, ella se transformó en una simple gallina”. 

“No”, insistió de nuevo el naturalista, “Es un águila”. Y un águila, siempre será un águila. Vamos a experimentar nuevamente mañana. 

Al día siguiente, el naturalista subió con el águila al techo de la casa. Le susurró: “Águila, ya que tú eres un águila, abre tus alas y vuela”. Pero cuando el águila vio allá abajo a las gallinas picoteando el suelo, saltó y fue a parar junto a ellas. 

El campesino sonrió y volvió a la carga: “Ya le había dicho, se volvió gallina”. 

“No”, respondió firmemente el naturalista, es águila y poseerá siempre un corazón de águila. Vamos a experimentar por última vez. Mañana la haré volar”. 

Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron muy temprano. Tomaron el águila, la llevaron hasta lo alto de una montaña. El sol estaba saliendo y doraba los picos de las montañas. El naturalista levantó el águila hacia lo alto y le ordenó: “Águila, ya que tú eres un águila, ya que tu perteneces al cielo y no a la tierra, abre tus alas y vuela”. 

El águila miró alrededor. Temblaba, como si experimentara su nueva vida, pero no voló. Entonces, el naturalista la agarró firmemente en dirección al sol, de suerte que sus ojos se pudiesen llenar de claridad y conseguir las dimensiones del vasto horizonte. Fue cuando ella abrió sus potentes alas. Se levantó soberana sobre sí misma. Y comenzó a volar a volar hacia lo alto y a volar cada vez más a las alturas. Voló. Y nunca más volvió. 
La moraleja de esta historia es simple. En muchas ocasiones reaccionamos bajo el peso de nuestra “mochila psicológica”: frustraciones, desesperanzas, experiencias negativas, etc. que nos hace pensar que no podemos levantarnos y seguir caminando por la vida. A veces, podemos pensar que la solución está fuera de nosotros (los padres, la pareja, etc.) y no nos damos cuenta que a lo mejor “somos águilas”, que podemos elevarnos sobre el cielo y sobre todas nuestras deficiencias y problemas. 

En ocasiones el entorno (familia, escuela, amigos) pueden actuar como el gallinero de nuestro cuento y potenciar nuestras limitaciones y contagiarnos su falta de energía o de entusiasmo. Es posible, incluso que nos pueda pasar como al águila, que hasta que no llegó el momento de crisis (fue lanzado desde una alta montaña) no levantamos el vuelo y nos elevamos por encima de todo lo que nos limita y frena nuestro crecimiento psicológico. En ese momento nos convertimos en águila y dejamos de ser gallina; en ese momento conseguimos poner alas a nuestra mochila de la vida. 

El mensaje de este relato es claro: de cada uno depende ser águila o gallina, es decir, podemos seguir lamentándonos de la pesadez de nuestra “mochila psicológica”, o dar un vuelco a nuestra vida y comenzar a ser uno mismo, con nuestras deficiencias, pero también con nuestras posibilidades. 

ALEJANDRO ROCAMORA BONILLA,psiquiatra,Cofundador del TE

lunes, 9 de diciembre de 2013

HISTORIAS DE DIVÁN (7)

Queridos amigos/as , os presentamos un nuevo capítulo de nuestras queridas "Historias de diván". En cada capítulo presentamos un caso clínico diferente. Lo único que tienen en común es que el terapeuta es el mismo, que como podéis observar también tiene problemas, su propia "historia", como todo el mundo. Es interesante observar como se desarrolla la relación de ayuda y la interacción entre el Agente de Ayuda (terapeuta) y el ayudando (cliente). Muy interesantes como casos prácticos que nos ayudan a ayudar a otras personas. Disfrutad de este capítulo, una vez más...

domingo, 8 de diciembre de 2013

MI VIDA Y EL MIEDO


¡Emprender!, crear una fuente de ingresos propia, añadir valor al mundo con una propuesta. Si has perdido tu trabajo, o no encuentras en qué ocuparte, crea tu propio puesto de trabajo. Emprende con corazón, haz algo en lo que creas, ames y concuerde con tus valores. Y sobre todo, no tener miedo. 

Muchas veces, no es la vida misma ni la falta de un determinado trabajo lo que nos paraliza, tampoco el dinero a pesar de su necesidad. Casi siempre, es el miedo el que verdaderamente nos paraliza, e impide que veamos nuestra vida y nuestros objetivos con claridad, lo que ocurre es que no somos conscientes de ello. 

Debemos tomar la decisión consciente, de que no queremos que éste miedo nos condicione, ni se haga el dueño de nuestra vida, porque de lo contrario le estaríamos entregando nuestro “poder” al miedo. Esa es la razón por la cual, cuando sentimos miedo e inseguridad, nos sentimos tan débiles energéticamente, confundidos y desorientados. No somos capaces de tomar decisiones, y, nos anulamos a nosotros mismos si nos dejamos llevar por él. 

“Dejamos de ser nosotros mismos, debido al miedo que domina nuestra voluntad. Es decir, impedimos que salga a flote todo nuestro potencial, toda nuestra luz y todo nuestro Amor” 

Todos nosotros sin excepción, tenemos un gran potencial, y, un Ser esencial dentro de nosotros, pero si no tomamos conciencia de ello, impedimos que nuestra luz brille como podría brillar cuando, en vez de afrontar el miedo, nos dejamos condicionar por él. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? La consecuencia es que dejamos de ser, por miedo. Como decíamos anteriormente, impedimos que salga a flote todo nuestro potencial, toda nuestra luz, y todo nuestro Amor. 

Hay muchos tipos de miedo que nos impiden ser como nos gustaría: miedo al rechazo, miedo a sentirnos culpables, miedo a la crisis, miedo a sentir una determinada emoción, miedo a equivocarnos, miedo al cambio, miedo al fracaso, miedo a no ser queridos, miedo a la soledad, etc. 

Todos estos miedos, hacen que nosotros mismos nos cerremos las puertas dónde nos gustaría llegar, pero: ¿a qué tenemos miedo realmente? Nuestro mayor miedo, es el miedo en sí mismo. Es decir, miedo al mismo miedo, ésa es la respuesta. Pero si abrimos la puerta que hay detrás de ese miedo, nos daremos cuenta de que en realidad, no hay “nada”. 

“No hay nada a lo que realmente temer, si no entregamos nuestro poder a las emociones que provienen del miedo” 

Todo está en nuestra mente, y nuestra mente tampoco quiere tener miedo, porque nuestra mente también sufre. 

Entonces, integremos Todo lo que Somos, integremos nuestra mente y nuestros sentimientos de corazón, y nos daremos cuenta que nuestra luz pesa más que nuestra oscuridad. 

Y nos daremos cuenta de que éstas, vistas desde dimensiones superiores, son lo mismo; y que la oscuridad, no es más que un instrumento, o un obstáculo que tenemos que superar, para que aflore esa chispa divina que hay dentro de cada uno de nosotros. Es más, reconocer la chispa divina en el otro, también ayuda a que la reconozcas en ti y viceversa. 

Cada persona, cada situación, cada acontecimiento que hay en nuestra vida, en este momento, es decir: cada cosa que nos sucede, es lo apropiado, y, justo lo que necesitamos cada uno de nosotros para crecer y evolucionar. Lo que ocurre, es que casi nadie en general, sabe captar el mensaje o la respuesta que la vida le da a diario y tiene destinada para él, a través de todos los acontecimientos. El motivo, es que por lo general, llevamos un ritmo de vida estresante, en el que actuamos en automático, y casi nunca somos conscientes, ni de nosotros mismos, ni de la vida que nos rodea. 

Por lo tanto, tampoco hay que tener miedo a aprender, a los cambios en general, a salir de la rutina, a cambiar de vida, a la inseguridad, etc. Y si en un determinado momento nos sentimos perdidos, siempre podemos conectarnos a la Fuente, y, fluir con el campo de energía y amor que hay disponible para nosotros siempre en nuestro interior. Podemos encontrar respuestas, ya sea a través de una persona, una conversación, un libro, una “casualidad”, una película, una palabra que se repite constantemente, un sueño, etc. Solo tenemos que desarrollar la costumbre de una alerta consciente, o vivir el presente con consciencia, para darnos cuenta de ello. 

El mundo y la vida, están llenos de señales para nosotros, sólo que no nos damos cuenta por lo rápido que vivimos. Y para poder apreciarlas, lo primero que deberíamos hacer, es vivir más despacio en todas nuestras actividades cotidianas, no solo para no tener estrés, sino para percibir los mensajes y oportunidades que la vida nos envía a diario desde nuestro interior. Deberíamos también simplificar nuestra vida en general, vivir una vida más sencilla, para no apegarnos a tantas cosas, pues lo único que consiguen, es que tengamos que depender de ellas, para finalmente, desembocar en una insatisfacción constante. 

Y sobre todo, lo más difícil de conseguir, tener nuestra mente en el eterno presente, vivir el aquí y ahora (sin proyectar el pasado y el futuro que sabidamente, nos afectan de forma muy negativa). 

En verdad el momento presente, a excepción de nosotros mismos, es lo único que en verdad tenemos. El presente es tan sutil, que se nos escapa, pero en su eternidad discurre toda la vida misma. El presente no solo es lo único que verdaderamente existe, sino que si ponemos nuestra atención y consciencia en él, durante todas nuestras actividades diarias, no solo nos dará la respuesta a muchos de nuestros problemas, sino lo que es más importante, nos conducirá a la tan ansiada felicidad que casi todos buscan erróneamente en el exterior, y en las cosas materiales. 

Un ejemplo de práctica sería, la observación constante en ausencia de pensamientos durante todas nuestras actividades. 

De esta manera, conseguiremos estar en apertura, y, entonces aprendemos a Ser nosotros mismos, sin condicionarnos por el miedo, sacando toda nuestra luz, y reconociéndola ante cualquier cosa que se nos presente en este maravilloso camino, llamado “Vida”. 

Luis Ferrer Fernández