Pues bien, para aquellos que nos encontramos en el hemisferio sur, ya oficialmente ¡ha llegado el verano!
Y para muchos de nosotros es, sin duda, la mejor época de todo el año. Las vacaciones, el buen clima y la mayor disponibilidad de tiempo hacen del periodo estival el más adecuado para descansar y recuperar las energías perdidas. Sin embargo, se ha demostrado científicamente que no es tan bonito el verano como lo pintan…
En parte debido a las altas temperaturas y a los cambios de nuestras rutinas, nuestros ciclos del sueño se ven alterados. El calor nos impide dormir adecuadamente, nuestros sueños son más ligeros y no terminamos de descansar adecuadamente por las noches.
Además, el retrasar nuestros horarios, tanto por las mañanas como por las noches, son para nuestro reloj interno como una verdadera bomba.
Consecuencia de esto, el verano provoca que nuestro descanso sea de peor calidad. Y esto nos acaba llevando a estados de agotamiento y tristeza según va avanzando la temporada.
El sol, como energía en estado puro, es para el ser humano una excelente fuente de vitalidad y salud, y se comporta en nuestro sistema como un verdadero excitante. Una cualidad que debería tener consecuencias positivas en nuestro comportamiento. Pero que, mezclado con un estado de agotamiento y tristeza consecuencia de la falta de descanso debida al calor, produce un efecto totalmente contrario.
Estres, irritabilidad, negativismo, desmotivación o mal humor, pueden ser los resultados más probables de esa mezcla. Es por ello que estas fechas son las más propensas a rupturas de pareja, enfados o depresiones. Y si a ello le sumamos la disponibilidad de tiempo para hacer y, sobre todo, para darle vueltas a nuestra cabeza y pensar, pues como que todavía peor…
Esto se debe, en parte, a las endorfinas, que son las “hormonas de la felicidad y el bienestar” y se producen como respuesta a los estímulos del sol en nuestro cerebro. El problema es que en verano, los niveles de endorfinas en la sangre disminuyen. Y es por eso que nos encontremos más cansados y sensibles a todos los demás factores.
Dicho lo cual, parece más que evidente por qué estos meses son los meses de vacaciones por naturaleza para las empresas y centros de enseñanza: Coincide con la época que el cuerpo está menos receptivo a la actividad.
Evitar males mayores y poder disfrutar de unas bonitas vacaciones sin preocupaciones y acompañados de un buen clima y ojalá, una buena compañía, puede ser relativamente sencillo si seguimos una serie de recomendaciones:
1. Buscar actividades que nos motiven y puedan compensar en la medida de lo posible las consecuencias del calor y de los cambios en nuestro ciclo del sueño.
2. Evitar los golpes de calor extremo, sobre todo el de aquellas horas entre las horas del mediodía, y protegerse bien con sombrillas, viseras, ropa cómoda, etc, para no dar lugar a insolaciones.
3. Hidratarse adecuadamente. Si beber suficiente agua ya es necesario durante el resto del año, en los meses de calor resulta todavía más importante. De esta manera, retrasaremos el agotamiento de nuestras células y de nuestro organismo.
4. Aumentar el consumo de alimentos básicos ricos en hierro: pescado, lentejas frutos secos, cereales integrales: altamente recomendables en estas fechas por su contenido en fibra y magnesio. Sales minerales: a través de frutas y verduras en cantidad
Ahora sí, teniendo un poquito cuidado y dando respuesta a las necesidades de nuestro organismo, ya estamos preparados para disfrutar como se merecen estos meses de verano…
FUENTE: http://todoenlavidaesactitud.com/
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