domingo, 3 de agosto de 2014

LA RISA Y LA SONRISA

La risa nada tiene que ver con la razón. Nos reímos porque sí. No hacen faltan motivos para reír. Solamente hay que dejarse llevar por el sentimiento y permitir que “el niño que llevamos dentro” se manifieste. Los sujetos más razonadores son los que menos ríen pues temen perder el control. Por eso los niños y las personas deficientes son los que más ríen pues no les importa lo que piensan los otros, ni tienen que buscar explicaciones a su risa. Pero además, la risa es una buena manera de fortalecer los vínculos sociales y es entonces cuando se convierte en sonrisa. Una persona risueña facilita la expresión de los sentimientos en el otro, pues no genera agresividad ni tampoco recelo. 

No necesariamente van unidas. Una no lleva a la otra. Tienen mecanismos diferentes de producción y significan cosas distintas. Y esto pese a que el diccionario Casares afirme que sonreír “es reírse un poco o levemente, y sin ruido”. La risa puede comenzar y terminar en sí misma. Y lo mismo ocurre con la sonrisa. 
La risa, también, nos sitúa en un estadio primitivo donde lo que predomina es la emoción. Es un mecanismo regresivo donde el sujeto se parapeta ante una situación excesivamente alegre (la risa ante el éxito) o ante una situación dolorosa (la “risa tonta”), ante la muerte de un familiar, una mala noticia o el diagnóstico de una enfermedad mortal. En estos casos la risa es un refugio ante una vivencia que nos desborda tanto por el extremo positivo como por el negativo. 
La sonrisa, por el contrario, no necesita de situaciones excepcionales. Brota sin esfuerzo y no es respuesta a ningún estímulo intenso. Es la expresión de un estado satisfactorio consigo mismo y con los demás. Es una manera de interrelacionarnos y de transmitir apoyo y acogida a nuestro interlocutor. 
La sonrisa es una manera de comunicación no verbal que transmite amabilidad y respeto hacia el otro. La persona que no sonríe se mostrará recelosa, maleducada o pasota ante los demás. Sonreír es decir que “me gusta estar aquí” y “me satisface hablar contigo”. Es, pues, una actitud que nos facilita la comunicación y nos hace más personas. 


Beneficios de la risa 

Reír y sonreír son signos de salud mental. Y reírse de uno mismo es un signo de conocimiento de las propias posibilidades y también de las limitaciones. Reírse de uno mismo es higiénico porque posibilita que las críticas de los demás lleguen demasiado tarde y por lo tanto que no nos destruyan. Yo diría que este es el principal beneficio de la risa. 
Estamos hablando de la risa auténtica, de esa que brota de lo más profundo del ser y es la consecuencia de un equilibrio psicológico personal y de una sensación de bienestar con uno mismo, no de la risa superficial y forzada, que se produce para conseguir algo o para dar una imagen de felicidad, que en el fondo no se tiene. 
Pero también, se consiguen beneficios en el plano fisiológico: la risa moviliza la mayoría de los músculos del abdomen y cara y dilata los bronquios y por lo tanto facilita la función respiratoria; también mejora la digestión y al favorece el tránsito intestinal lucha contra el estreñimiento. 
Según algunos estudios, la risa libera endomorfinas celulares, que actúan sobre el dolor y aumenta la secreción de la serotonina, por lo que ayudaría a neutralizar la ansiedad y la depresión: también disminuye el estrés y favorece el sueño. Es la base de la risoterapia. Técnica que a través del juego, la danza y los ejercicios respiratorios, nos ayuda a comprendernos mejor, relativizar los acontecimientos cotidianos y llenarnos de ilusión para afrontar los problemas de la vida diaria. 

Alguien ha comparado a la vida con un inmenso corazón, con su sístole (problemas, disgustos, sufrimientos, etc.) y diástole (risas, sonrisas, alegría, etc.). Los dos movimientos son imprescindibles para que el organismo no muera; los dos movimientos son necesarios para progresar en la propia salud mental. La vida nos lleva por la corriente de las dificultades y angustia, que tenemos que compensar con el otro movimiento: reír y sonreír.

ALEJANDRO ROCAMORA BONILLA
Psiquiatra-Cofundador del TE

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